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Posts Tagged ‘rhetoric’

Filosofía política clásica; el modelo socrático y aristotélico como respuesta a las encrucijadas modernas.

El interés principal para esta propuesta de investigación ——como aspirante a su departamento——- es la de hacer una defensa profunda de lo que representa la filosofía política clásica como posible respuesta a la actual crisis del liberalismo moderno occidental. Dicha investigación se enfrentaría conceptualmente a los defensores del proyecto de la modernidad que buscan las condiciones universales para la defensa de nuestras democracias en una teoría comunicativa (Habermas), y a aquellas posturas que buscan hacer explícitas las condiciones fundacionales imaginarias e hipotéticas para una teoría de la justicia (Rawls). Por otra parte, aunque esta investigación ve la importancia del serio y profundo cuestionamiento radical a la razón moderna que plantean las obras de Nietzsche/Heidegger ——–que en su conjunto incluso llegan a cuestionar el proyecto occidental de racionalidad política fundado originariamente por Sócrates—– esta considera que la falta de una reflexión política sostenida permite a los neo-nietzscheanos post-modernistas (Foucault, Derrida) una ilusoria victoria conceptual que permanece incompleta, que es imprudente (en el sentido Aristotélico de phronesis), y que por ende es altamente peligrosa para la salud general de la comunidad política. En contraposición, afirmamos que es en la obra ético-política de Aristóteles que se da la máxima expresión de lo que representa la filosofía política clásica como contrapropuesta. (1)

Dejando de lado las múltiples interpretaciones que puedan haber surgido de Aristóteles, lo cierto es que al centro de la argumentación detrás de esta investigación radica una lectura que se funda en el pensamiento de Leo Strauss (y en particular, de su estudiante Thomas Pangle). En general el reto neo-aristotélico se ve enmarcado dentro de una tradición aún más amplia que se puede comprender hoy en día como la del “movimiento socrático”. Este movimiento de retorno retoma con seriedad el evento socrático ejemplar, a saber, el de la fundación de la reflexión filosófica de lo político por parte de Sócrates. Comprenden ellos que en efecto hay un segundo Sócrates que se ha distanciado de las presuposiciones apolíticas de los pre-socráticos, presuposiciones que llegaron a conformar la postura conceptual del primer Sócrates interesado exclusivamente en la pregunta por la naturaleza (physis). Esto es lo que es conocido como la “segunda navegación” de Sócrates (Fedón, 99c). Strauss lo resume así: “Socrates was the first philosopher who concerned himself chiefly or exclusively, not with the heavenly or divine things, but with the human things”; Strauss (TCaM, 13).  Es por ello que para lograr una real recuperación del reto del pensamiento político clásico se debe recurrir a la ya mencionada perspectiva que ve el debate antiguos-modernos como el conflicto fundamental para las aspiraciones de una verdadera filosofía política que tenga respuestas concretas, prudentes y sabias a nuestras crisis. (2) Sin embargo este retorno comprometido y serio al racionalismo de la filosofía política clásica tiene ya desde su comienzo diversas variantes interpretativas. Esto se puede ver claramente en la triple comprensión que se da de Sócrates por parte de Platón el filósofo dialéctico, por parte de Jenofonte el escritor militar y por parte de Aristófanes el comediante. La evidente tensión entre estas apropiaciones socráticas se ve claramente hoy en día en el contexto filosófico universitario en la medida en que Jenofonte no es considerado, como sí lo era en la antigüedad (por los romanos, por Maquiavelo, por Hobbes y por Shaftesbury), como un pensador digno de un estudio serio, profundo y continuado; sobretodo por la recuperación del valor de la retórica como lenguaje privilegiado de lo político. (3)

Ahora bien, la excepción a esta regla de exclusión silenciosa, es precisamente la propia tradición straussiana. Al recuperar la multiplicidad de lenguajes socráticos, y muy especialmente la obra de Jenofonte, la tradición straussiana gana una interpretación enriquecida de los clásicos, y en particular, de la obra aristotélica. El retorno recuperativo de la filosofía política clásica por parte de la tradición straussiana por lo tanto permite el planteamiento de preguntas olvidadas. Por ello a la base de esta interpretación surge la pregunta fundamental que el discurso filosófico moderno ha relegado al olvido, a saber, la pregunta misma de ¿por qué la filosofía? A la importancia de las preguntas heideggerianas tanto por el sentido del ser como por el “¿qué es la filosofía?”, se enfrenta una pregunta aún más fundamental y originaria en términos políticos. Es decir, el “qué es” de la filosofía sólo se puede comprender cabalmente una vez hayamos realizado una investigación prudente del “por qué” de la necesidad del filosofar dentro de la comunidad política. Leo Strauss ofrece cierta claridad acerca de esta pregunta que funda las posibilidades del saber filosófico una vez se ha liberado de su “amnesia” frente a la filosofía política clásica: “The philosophers, as well as other men who have become aware of the possibility of philosophy, are sooner or later driven to wonder, Why philosophy? Why does human life need philosophy? … To justify philosophy before the tribunal of the political community means to justify it in terms of the political community, that is to say, by means of a kind of argument which appeals, not to philosophers as such, but to citizens as such.” (mi énfasis) (4) Sin duda la academia, en gran medida, no ha escuchado este llamado. (more…)

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Educación,  interculturalidad y estudios del lenguaje.

(Breve ensayo para posible concurso académico.)

Aunque son múltiples los senderos que podemos seguir para intentar esclarecer, así sea tan sólo inicialmente, la complejísima relación entre educación, interculturalidad y los estudios de lenguaje, escogeré enfocarme en aquellos senderos que he recorrido en mi proceso de aprendizaje investigativo. Pero antes de entrar de lleno en ellos deseo enfatizar que, dada mi experiencia vital integral, resulta claro que cualquier investigación de la tríada educación-cultura-lenguaje se verá infinitamente enriquecida  —y cobrará un sentido de realidad y veracidad particulares—- si se ha tenido la fortuna y la dedicación para integrar en la vida propia los siguientes cuatro elementos que giran en torno a la temática del lenguaje,  y que inevitablemente van más allá de la simple experiencia académica.

Estos cuatros aspectos que considero claves para una real comprensión de las dinámicas lingüísticas son: 1) el hecho mismo de aprender varios idiomas, lo que nos enfrenta directamente con las dinámicas del aprendizaje y sus particularidades individuales (en mi caso, aprendizaje del inglés, francés y griego antiguo; para no mencionar los desarrollos artísticos paralelos), 2) vivir por largos periodos de tiempo en la cultura misma dentro de la cual el lenguaje cobra su dinámica vital en tanto ”forma de vida” (en mi caso, ciudadano colombo-canadiense con títulos en ambos países y largos periodos de vida en sus diversas culturas, la latina, la anglosajona y la francesa de Québec), 3) el haber podido realizar una multiplicidad de lecturas académicas correspondientes a la temática en cuestión (en mi caso, i) la concepción de la dinámica lingüística a partir de la obra de Charles Taylor, y ii) la concepción —altamente crítica de la filosofía tayloriana— de lo que es una educación liberal fundada en la filosofía política clásica a partir de la reinterpretación de la vida socrática realizada por Leo Strauss y su estudiante Thomas Pangle),  y  finalmente, 4) la posibilidad diaria de enseñar/traducir  el idioma que buscamos comprender en su real y cambiante complejidad (en mi caso, enseñanza del idioma inglés por más de una década, y traductor oficial tanto en Colombia como en Canadá).

A mi modo de ver, al poder incorporar estos cuatros elementos vitales y conceptuales, logramos tener mejores herramientas ——herramientas más humildes y autocríticas——- para intentar siquiera entrar a considerar el enigma que es el lenguaje humano y su relación con la educación. Sobretodo, con respecto a la educación en el sentido griego liberal de las cosas y su postura crítica frente a la dominante, constantemente aplaudida y siempre solicitada sobre-especialización; sobresegura sí, pero muchas veces irrelevante y vacua. Porque parece que cada vez sabemos más en detalle, pero de lo menos relevante. Y porque es claro que la comprensión del lenguaje es inevitablemente, particularmente, el camino privilegiado para la auto-comprensión.

Dados los anteriores elementos quisiera simplemente enfocar la líneas de investigación que de hecho he realizado con respecto al lenguaje hasta estos momentos (¡interrumpidos por la aparición de la enfermedad y su particular lenguaje!), lineamientos sobretodo fundamentados ——a la manera de Aristóteles—— en la idea de que el ser humano es un ser, en parte, por naturaleza político. Es lo político lo que abre, sin lugar a duda, y de manera privilegiada, la particular triada educación-interculturalidad-lenguaje. O como lo dice el programa mismo de su facultad: “lo anterior nace del convencimiento de que solo a través del lenguaje se ejercen los derechos civiles y sin su manejo adecuado el ciudadano estará siempre sometido a la exclusión. “

¿Qué ejemplos dinámicos de interculturalidad podríamos mencionar, hablando concretamente de las investigaciones ya realizadas? Al menos, y de manera muy sumaria, los siguientes cuatro: (more…)

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Abraham Lincoln: In His Own Words

(Taught by David Zarefsky, The Teaching Company)

Professor Zarefsky’s course provides us with an incredible opportunity. He opens the doors to an in-depth encounter, not with what others thought about Lincoln, but rather a much more powerful and intimate encounter with what Lincoln himself actually said and, through his words, with what he did. He gives us the gold, not merely the bronze. Lincoln, “in his own words”; such is the adventure. And, if it is true that the greatest leaders in speechcraft are perhaps the greatest leaders in statecraft, then Professor Zarefsky provides an entrance into the nature of political greatness, of political insight and of political decision-making themselves. In this respect, to be able to follow the paths which bring forth the birth, development and death of a great leader, is precisely what is made available by the course to us. Professor Zarefsky’s detailed and erudite knowledge of Lincoln’s life and his famous speeches ——-as well as Zarefsky’s own personal rhetorical abilities (!)—— enhance the encounter in such a way that  the very silent words of the pages come into the proper realms of both dialogical argumentation and constrained action from whence they arose. We face the dilemmas Lincoln faced, we search for the possible solutions which Lincoln sought, we come to humbly appreciate his limitations, we can see much more clearly the decisions which Lincoln actually had to ponder and make in the solitude of the chambers of power. And to know that this unique experience is available to all of us via the internet is absolutely a welcome possibility.

More specifically; perhaps what is of the utmost value in the course is the very conscious recovery by Zarefsky  of the art of rhetoric which has come under very severe attack by “Modernity” (Hobbes, Machiavelli, Locke) given its desire to contrast itself as far superior to the ideals of the classical Greek and Roman political philosophy and political practice in which the art of rhetoric itself was born, critically analyzed, and made an integral part of the political education of the best of citizens. Or to put it more fairly, by way of  this kind of course one could actually come to understand the very basis of what distinguishes modern from classical rhetoric in both its means and ends; for instance, the rise of a type of “revolutionary” rhetoric in modernity which knows of little-to-no moderation in its practice. In allowing us to better understand the value and political relevance of this art, Zarefsky allows us to gain a greater respect for the call of the statesmen and stateswomen of our time. To learn to develop the capacity to rightly persuade diverse audiences at diverse times and under varying circumstances, such an art has rarely been more developed by any leader than Lincoln. For surely the capacity to write transforms, clarifies and prepares the writer himself for the practical complexities of political life filled with a multiplicity of constraints which a potential, but careless leader, will instead eliminate as cumbersome and irrelevant. Such a path may lead not to greatness, but to the worst of tyrannies and their terrifying defense of silence. This difference between our modern relation to the art of rhetoric and that of previous times perhaps is nowhere better exemplified than in the recounting of the nature of the audience which heard the Lincoln-Douglas debates which lasted for hours on end. It seems nobody was bothered, but rather cheered along as if cognizant in some way of the very basis of our nature as political animals who seek to be actively involved in the discussion of those matters of great importance. Perhaps the debates in the presidential campaign Obama-McCain have brought back this desire in some citizens of the USA, but the return of the value of rhetoric in the political arena in modernity still has to be defended by courses such as this  which clearly show that the greatness of a leader is in part due to his love of argumentative language and style, in part due to the desire to be able to go into dialogical argumentation in defense of certain —in some cases—- flexible positions, and in part due to the nature of the type of self-understanding which the written words allows not only for the author himself but, even more importantly for us, centuries later. For the words left to us by Lincoln bespeak of the permanent transhistorical questions, not merely of this and that dilemma, in this or that epoch. Herein lies, as Zarefsky points out masterfully, the overwhelming permanence of Lincoln’s stunningly short “Gettysburg Address”: “it is rather for us to be here dedicated to the great task remaining before us”.

And, moreover, if this rhetoric is connected directly to a supervaluation of the virtue of political moderation   —seen very early on in Lincoln’s “Temperance Speech”—- then truly in his work  and life  one finds perhaps the avenue for an understanding of the dangers of “rhetorical” radicalism in its diverse immoderate-ridden, demagogic and incendiary  versions. Perhaps allowing myself a personal remark, it is this immoderation that characterizes the president of the neighboring country to my troubled Colombia and his continuous calls for war. For surely listening to the monologue of a leader for  hours, cannot be seen as comparable fundamentally to listening to Lincoln for 2 minutes. And it is without a doubt such moderation ——and particular the  desire to be moderate particularly after Victory (as Churchill likewise said, “In Victory: Magnanimity”) —— that makes Lincoln stand so high above us and above so many leaders of our age. The praise and cultivation of such a virtue in the political sphere under specific circumstances, stands as a permanent contrast with the punitive approaches developed in recent history. A crucial example is that of the excessive retributory decisions made in Paris 1919 against Germany which, in part, further developed the seeds for an even more tragic World War years later. (more…)

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