Educación, interculturalidad y estudios del lenguaje.
(Breve ensayo para posible concurso académico.)
Aunque son múltiples los senderos que podemos seguir para intentar esclarecer, así sea tan sólo inicialmente, la complejísima relación entre educación, interculturalidad y los estudios de lenguaje, escogeré enfocarme en aquellos senderos que he recorrido en mi proceso de aprendizaje investigativo. Pero antes de entrar de lleno en ellos deseo enfatizar que, dada mi experiencia vital integral, resulta claro que cualquier investigación de la tríada educación-cultura-lenguaje se verá infinitamente enriquecida —y cobrará un sentido de realidad y veracidad particulares—- si se ha tenido la fortuna y la dedicación para integrar en la vida propia los siguientes cuatro elementos que giran en torno a la temática del lenguaje, y que inevitablemente van más allá de la simple experiencia académica.
Estos cuatros aspectos que considero claves para una real comprensión de las dinámicas lingüísticas son: 1) el hecho mismo de aprender varios idiomas, lo que nos enfrenta directamente con las dinámicas del aprendizaje y sus particularidades individuales (en mi caso, aprendizaje del inglés, francés y griego antiguo; para no mencionar los desarrollos artísticos paralelos), 2) vivir por largos periodos de tiempo en la cultura misma dentro de la cual el lenguaje cobra su dinámica vital en tanto ”forma de vida” (en mi caso, ciudadano colombo-canadiense con títulos en ambos países y largos periodos de vida en sus diversas culturas, la latina, la anglosajona y la francesa de Québec), 3) el haber podido realizar una multiplicidad de lecturas académicas correspondientes a la temática en cuestión (en mi caso, i) la concepción de la dinámica lingüística a partir de la obra de Charles Taylor, y ii) la concepción —altamente crítica de la filosofía tayloriana— de lo que es una educación liberal fundada en la filosofía política clásica a partir de la reinterpretación de la vida socrática realizada por Leo Strauss y su estudiante Thomas Pangle), y finalmente, 4) la posibilidad diaria de enseñar/traducir el idioma que buscamos comprender en su real y cambiante complejidad (en mi caso, enseñanza del idioma inglés por más de una década, y traductor oficial tanto en Colombia como en Canadá).
A mi modo de ver, al poder incorporar estos cuatros elementos vitales y conceptuales, logramos tener mejores herramientas ——herramientas más humildes y autocríticas——- para intentar siquiera entrar a considerar el enigma que es el lenguaje humano y su relación con la educación. Sobretodo, con respecto a la educación en el sentido griego liberal de las cosas y su postura crítica frente a la dominante, constantemente aplaudida y siempre solicitada sobre-especialización; sobresegura sí, pero muchas veces irrelevante y vacua. Porque parece que cada vez sabemos más en detalle, pero de lo menos relevante. Y porque es claro que la comprensión del lenguaje es inevitablemente, particularmente, el camino privilegiado para la auto-comprensión.
Dados los anteriores elementos quisiera simplemente enfocar la líneas de investigación que de hecho he realizado con respecto al lenguaje hasta estos momentos (¡interrumpidos por la aparición de la enfermedad y su particular lenguaje!), lineamientos sobretodo fundamentados ——a la manera de Aristóteles—— en la idea de que el ser humano es un ser, en parte, por naturaleza político. Es lo político lo que abre, sin lugar a duda, y de manera privilegiada, la particular triada educación-interculturalidad-lenguaje. O como lo dice el programa mismo de su facultad: “lo anterior nace del convencimiento de que solo a través del lenguaje se ejercen los derechos civiles y sin su manejo adecuado el ciudadano estará siempre sometido a la exclusión. “
¿Qué ejemplos dinámicos de interculturalidad podríamos mencionar, hablando concretamente de las investigaciones ya realizadas? Al menos, y de manera muy sumaria, los siguientes cuatro:
1) En el caso del programa de su Universidad, sobretodo en lo que concierne a la cultura francesa y a la anglosajona podemos decir lo siguiente. Canadá, país del que soy ciudadano, es uno de los pocos países bilingües por constitución. La ley así lo determina. A manera de contraste, imaginemos que nuestra constitución fuese bilingüe y las complejas repercusiones reales e institucionales que dicho cambio conllevaría. Vivir en Canadá en parte es vivir la dinámica intercultural y política, su complejidad más allá de la simple valoración del estudio del lenguaje como fundamento teórico del saber. La realidad particular de la cultura francesa en Québec, su concepción particular del liberalismo, muestra como pocos casos a nivel mundial, la conexión profunda entre el lenguaje, la identidad histórica y política, y por sobretodo, la fundamental noción de supervivencia cultural y lingüística. Porque en verdad Québec se considera en proceso de extinción si de hecho no establece un marco legal para la defensa de su idioma. Como lo pone Taylor en “A Canadian Future?”,
“The vast majority of French Canadians have a basic identification with what has been appropriately called, la nation canadienne/française. This is far more important and fundamental to them than their being part of the political entity called Canada. It is a reflection of the continuing gap between the two solitudes that this fact is still not generally accepted in English Canada….. (p. 31)”
Y la sola presencia de estas “dos soledades” revela que la interculturalidad, en muchos casos solitaria, parte de la existencia de una lucha profunda entre lenguajes y culturas, antes que de una simple y aguada tolerancia que falsifica las realidades actuales y posibilita que ciertas conexiones culturales se den pero tan solo a un nivel superficial y radicalmente relativista. Nos toleramos, para no enriquecernos verdaderamente. Las implicaciones concretas son ejemplificadas por la ley 101 de la provincia de Québec que obliga a los nuevos inmigrantes a educar a sus hijos e hijas en colegios franceses, y que además señala que toda señal o signo público serán presentado exclusivamente en francés. Hasta tal punto que esta bifurcación lingüística llevo a que Canadá casi se dividiera en dos tanto en 1980 como en 1995. Y para seguir con la obra de Charles Taylor, baste mencionar que él provee en su “Shared and Divergent Values” ciertos argumentos y ciertos caminos de aproximación entre dichas soledades bajo la noción de “deep diversity”. Como lo indica, “To build a country for everyone, Canada would have to allow for second-level or “deep” diversity, in which a plurality of ways of belonging would also be acknowledged and accepted.” (p. 183). (Para ver la dinámica de lenguaje y multiculturalismo consultar mi ensayo de maestría “Reflections: Language, Goods and Dialogue: some tentative aspects of the immigrant condition”, link ; postura tayloriana, no sobra decir, que desde la perspectiva de la filosofía política clásica resulta altamente incompleta)
2) O bien, podemos estudiar el caso del bilingüismo en Estados Unidos, como lo he realizado en mi ensayo de maestría titulado “The Debate over Bilingual Education and the Spanish Language in the United States of America”, en donde la pregunta por la educación bilingüe en los Estados Unidos se encuentra de nuevo enmarcada por la primacía de lo político, en particular dadas las diversas y enfrentadas concepciones de lo que es y de lo que representa el liberalismo moderno. Allí he creado un diálogo imaginario que presenta la dinámica intercultural como una lucha de argumentos cuya expresión concreta requiere, además, de una revalorización de la retórica como puente entre el saber y la cotidianeidad. Es así como he creado el dueto anglófono John/Mary que se enfrenta díalógicamente al correspondiente dueto latino Juan/María. Lo hacen siguiendo 5 argumentos básicos: i) el argumento histórico, ii) el normativo, iii) el de la educación bilingüe, iv) el democrático, o de la mayoría, y finalmente, v) el muy tentativamente desarrollado argumento económico. Como parte de la conclusión podemos indicar que:
“As was seen in the ‘theoretical argument’ above, there existed two broad forms of liberalism both of which secured individual rights and personal autonomy, but one of which sought to do so by acknowledging that neutrality is a limited tool as regards disadvantaged minorities, i.e., Liberalism 2. Its opponents argued that under the present conditions, it is Liberalism 1, i.e., the one founded upon the theory of benign neglect, the one most suited to the actual US political situation. But this traditional understanding, which is not true itself to the complexities of the history of liberalism itself (Kymlicka, Chapter 3), has survived and become all the more entrenched, I believe, because of the fact that no alternatives models can be considered under its presuppositions. If neutrality is the unique ideal to be actively sought, then any attempt to fight for group differences is, from the start, seen as suspicious, as demanding something that is “truly” un-liberal. The history of the ethnic revival in general, and that of bilingual education in particular, clearly portray how, after a certain openness was reached, a backlash ensued precisely when stronger emphasis on minority issues became too difficult to deal theoretically with the model which has traditionally been seen as the most suitable for the “here and now”. However, as we argued above, the history upon which this tradition has come to cement itself, can be read quite differently from the point of view of disadvantaged minorities and discriminated immigrant populations.” (ver, link )
Y por lo cual surge la pregunta crucial dentro de contexto colombiano de cómo generar una sociedad bilingüe en Colombia si la realidad vital es que la sociedad como tal en gran medida vive una lucha de identidad ——-y toda Latinoamérica lo hace como lo mostró la reciente Cumbre de las Américas—— CONTRA la cultura en donde surge el idioma inglés americano, a saber, los Estados Unidos. Por ello resulta un contraste gigantesco el ver el esfuerzo de estudiantes colombianos por aprender el idioma, un esfuerzo que lucha contra la corriente frente al prejuicio cotidiano de NO hablar inglés en público (casi como señal de protesta!). Porque, desafortunadamente, es claro que uno RARA VEZ ve a los colombianos dialogando en inglés más allá del ámbito del aula misma. Siendo un poco exagerados, de pronto el TLC, para bien o para mal, nos permita al menos decir “ti-el-ci”, en vez de sólo “te-ele-ce”.
3) Además podemos indicar mi interés en continuar desarrollando las dinámicas específicas del aprendizaje y la enseñanza del lenguaje en el aula misma, es decir, ya con el contacto continuo de aquellos que son movidos a reconocer su ignorancia y aprender un nuevo idioma. En este sentido puedo decir que durante mis años de profesor de inglés: i) cooperé ampliamente en la creación de una comunidad de enseñanza y aprendizaje que tenía programas de desarrollo profesional individualizados para profesores a través de colegas altamente calificados y experimentados llamados “Assistant developers”, (fui designado por dos de ellos como sobresaliente), ii) activa y creativamente creé múltiples maneras de ayudar al aprendizaje de los estudiantes, iii) contribuí a la clarificación de presentaciones gramaticales al igual que al desarrollo de juegos y actividades motivantes dentro del aula de clase, iv) desarrollé importantísimas habilidades interpersonales a través del intercambio mensual con clases compuestas de una población estudiantil diferenciada tanto por edad (adultos y adolescentes) como por estrato socio-económico, v) igualmente pasé bastante tiempo haciendo traducciones de ensayos y cartas para estudiantes y empresas vi) creé revistas muy sencillas a partir de los textos de estudiantes avanzados de literatura y escritura, vii) enseñé los niveles avanzados de literatura Cuento corto moderno y de gramática Focus on Grammar Advanced, y finalmente, viii) participé y obtuve “Certificados” en diferentes Simposios de la Enseñanza del Inglés.
Y finalmente, y de manera muy breve, 4), continuar el desarrollo de la perspectiva que considero fundamental y poco desarrollada en facultades de educación, a saber, el ámbito de la filosofía, en particular el estudio de los lenguaje políticos y de los grandes discursos y pensadores políticos antiguos y modernos. Es allí donde efectivamente sí se logra comenzar a comprender las bases fundamentales de la triada educación, interculturalidad y lenguaje. En el caso de su Universidad, dado el interés por comprender mejor la cultura anglosajona, resulta de gran importancia comprender el surgimiento de los Estados Unidos y los debates constitucionales entre los campos Federalistas y Anti-Federalistas, como lo he indicado en el ensayo que reseña la obra de Thomas Pangle, “Gran debate” (ver, link ). Igualmente estudios sobre el lenguaje como estos deben reconocer el valor de la retórica política como fuente de la educación integral para la democracia. Dentro de la cultura estadounidense se da específicamente con la obra y vida de Lincoln. ( Ver mi reseña, link )
Y, obviamente, entrar a considerar aquellos pensadores que han hecho del lenguaje su temática principal, como es el caso de Rousseau (pero también Locke, Herder, Heidegger; y obviamente los mismos Taylor y Strauss desde posturas radicalmente diferentes). Esto lo he intentado realizar en el ensayo “Lenguaje(s), identidad y diferencia en la teoría política de Jean-Jacques Rousseau”, en link.
Para ni siquiera mencionar lo más fundamental, a saber, que dichos estudios del lenguaje y la interculturalidad han de ser enmarcados dentro del subyacente modelo educativo presentado por los filósofos e historiadores griegos quienes se fundamentan en la vida, en las palabras y en los actos de Sócrates. La noción de educación liberal, de una educación integral que involucra el alma del estudiantado en su real dimensión, es el sendero que se abre con la tradición de la filosofía política clásica. Políticamente hablando, la real comprensión de la dinámica educación, interculturalidad y lenguaje la encontramos en Aristóteles, en su Ética a Nicómaco y en su Política. (Ver mi ensayo, titulado “Elementos para una educación política clásica”, link )
Y como es claro, dicha concepción socrática sin duda alguna confrontaría dialógicamente, y por ende enriquecería, los presupuestos educativos, culturales y lingüísticos de una universidad católica como son los de su Universidad cuyo lema parece invitar a “Pensar, Decidir y Servir”.
Estos serían, entonces, los cuatro ejemplos dinámicos de interculturalidad podríamos mencionar, hablando concretamente de las investigaciones ya realizadas. Pero, como indiqué en un comienzo, son los cuatro elementos vitales iniciales, los que en verdad aseguran que dichas investigaciones dejen de enmarcarse (o enmascararse?) dentro del ámbito teórico/académico ultra-especializado de una facultad universitaria, adquierendo así la vitalidad real y concreta de una forma de vida dialéctica. Y claro, es esta constante búsqueda por la comprensión, aquello que caracteriza la vida y la actividad fundacional de nuestro modelo vital, Sócrates. Y Sócrates, es de todos sabido pero poco comprendido, no fundó ni tuvo el deseo de fundar institutición educativa alguna.
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