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“Lo vital es lo irracional,
Lo antivital es lo racional.”

Chávez  (Documental canadiense titulado Revolución)

Comienza usted su muy cuestionable columna, indicando que en lo que concierne al racionalismo filosófico-político clásico, y en particular a la vertiente de Platón:

“Aún muchas personas que no han leído a Platón conocen su propuesta de una República aristocrática donde los más sabios, que son a la vez los más virtuosos, han de ser los llamados a gobernar el Estado-ciudad.”

Ya con estas palabras se indica el camino del descalabro. Los descalabros sobretodo más dramáticos se dan cuando una interpretación precisamente se funda en “rumores” –y se perpetúa a la manera de “rumores”—– más que en serias aproximaciones a los complejos textos en cuestión. Es claro que en tanto académico, y usted ha de saberlo bien como profesor,  intenta uno estar abierto a diversas interpretaciones de textos fundacionales. Sin embargo, cuando una interpretación es tan contrario, o tan simplificada, o tan tediosamente repetitiva, (o peor aún,  las tres a la vez),  en lo que se refiere a un texto para la reflexión política primordial  ——-es decir, la reflexión de un texto que abre el camino en occidente para la reflexión de una temática fundacional, la de la virtud de la justicia— se debe confrontar dicha interpretación limitada decididamente. Y si dicha interpretacion, en su aparente seguridad, además es utilizada para generar implicaciones políticas concretas y juzgamientos éticos específicos, pues con mayor decisión ha de confrontarse con seriedad.

Lo cierto es que toda su columna se funda en la presuposición interpretativa, repetida hasta el cansancio por la izquierda radical y la izquierda de centro latina una y otra vez sin imaginación hermenéutica inspiradora, de que La República de Platón tiene como conclusión fundamental el que la verdadera justicia, virtud fundamental de lo político en tanto que revela las condiciones para el bien común,  se dará solamente cuando los gobernantes virtuosos sean los filósofos y los filósofos virtuosos (que usted parece identificar con seres de perfección) sean los gobernantes. Es decir, la solución al problema de lo político se da en la coincidencia entre poder y saber. (1)

Pero una lectura más interesada en el aprendizaje de los grandes filósofos y escritores políticos clásicos  revela todo lo contrario; en particular, nada más foráneo al pensamiento dialógico platónico fundado sobre la base de una cierta skepsis socrática que va a contrapelo tanto de  un relativismo insulso que caracteriza muchas de nuestras decisiones éticas actuales, como de un absolutismo conceptual de formulismos repetitivos ad infinitum. Es más, tal vez nada haya hecho más daño político en América Latina que el silenciamiento de la filosofía política clásica que como usted parece asegurar indirectamente, estaba tan equivocada, que poco ha de enseñarnos como modernos. Pero me pregunto, ¿qué tal que los destinos del continente tal y como lo reveló Unasur, se estén generando a través de un efectivo silenciamiento de alternativas cuya fortaleza es en cambio reconocida a lo largo de la historia y de las culturas? ¿Qué tal que encontrásemos en Platón, o mejor, en la Filosofía Política Clásica como tal (Tucídides, Platón, Jenofonte, Aristóteles, Plutarco y Cicerón), el gran camino de moderación que es requerido para una real resolución a nuestra encrucijada como país y como continente? Porque, ¿no resultaría irónico que entre más se dice que se une América del Sur bajo una visión “social demócrata de izquierda” que pide valorar la diferencia, termine triunfando al eliminar la diferencia que una vez predicó hasta el cansancio? ¿No resultaría  altamente cuestionable el que  dicha retórica de apertura se mantuviese solamente “hasta conseguir el poder” que permita instaurar un nuevo régimen “revolucionario” absolutista?

Pero dejando estas preguntas de tan grande envergadura de lado, me limitaré ahora a  argumentar más concretamente el por qué su suposición es tan injusta en tanto académico, y seriamente equivocada en tanto candidato presidencial. Para ello recurriré a 3 puntos centrales –——lo más brevemente expuestos—– que espero le revelen la necesidad de retomar las preguntas fundacionales que permitan una argumentación mucho más profunda y enriquecedora de los dilemas y las encrucijadas a las que nos enfrentamos en la Colombia de hoy. Estos puntos serán; 1) aspectos del diálogo de Platón titulado la Apología, 2) aspectos del  famoso texto de la República al que usted hace alusión pasajera, y finalmente,  3) en tanto apéndice, aspectos relacionados con otro diálogo platónico, Las Leyes,  que permite una reconsideración que lo que hemos de entender por republicanismo clásico y de las intenciones platónicas que subyacen a su obra.

1. La Apología

Comencemos más allá de La República con lo más “obvio”, sinceramente, aquello que es demasiado obvio. La obra de Platón  gira en torno a, o mejor, es una defensa dialógica  de la vida de Sócrates. Ahora bien, como veremos, resultaría altísimamente extraño que  Platón “dedique” su obra a aquel ser del cual aprendió el filosofar, y sin embargo a la vez defendiera las posiciones que usted le atribuye. Por ello en la Apología de Sócrates (cuya lectura debe ser acompañada de la Apología de Jenofonte), no encontramos rastro alguno de esa ecuación que usted asume como fundamento de la “teoría platónica de las cosas”, a saber, una coincidencia entre el filósofo y el gobernante como resolución a la pregunta por la virtud de la justicia. En cambio, lo realmente impactante es que Sócrates allí precisamente dice y defiende —defiende con su vida ya que esta en un juicio condenado a la más severa pena posible por parte de la justicia política misma— todo lo contrario! Según Sócrates en dicho texto, que se da tan solo días antes de su muerte, el saber filosófico es por naturaleza una acción que se acomoda de manera mucho más saludable al ámbito de lo privado. Pero en vez de llenarnos de más “rumores”,  escuchemos al propio Sócrates:

“This is what opposes my political activity, and its opposition seems to me altogether noble. For know well, men of Athens, if I had long ago attempted to be politically active, I would long ago have perished, and I would have benefited neither you nor myself. Now do not be vexed with me when I speak the truth. For there is no human being who will preserve his life if he genuinely opposes either you or any other multitude and prevents many unjust and unlawful things to happen in the city. Rather, if someone who really fights for the just is going to preserve himself even for a short time, it is necessary for him to lead a private rather than a public life (mi énfasis: Apo. 31d-32a; edición Thomas G. West, disculpe la falta de traducción)

Como ha de ser evidente, estas palabras van en total oposición a su suposición, y por ende ponen en entredicho toda su columna ya que una coincidencia entre gobernantes y filósofos implicaría que los filósofos socráticos están de entrada interesados primordialmente en la búsqueda del poder político en el ámbito publico como medio para instaurar su visión absolutamente segura de la  justicia. Ahora bien, el por qué Sócrates prefiere la vida privada a la pública, bueno, eso sólo es posible entrar a considerar si superamos de una vez por todas su errada suposición que, para usar términos marxistas,  es enajenadora.  Pero sin duda unas de las claves radican precisamente en hacer la pregunta por la justicia no sólo en cuanto a su relación con las virtudes políticas tomadas como fines en sí mismas, sino también en cuanto a su relación con la noción de “felicidad” en términos de lo que cubre la correspondiente palabra griega eudaimonia.

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Response to “El Tiempo” columns 6: Comentario a Enrique Santos Calderón: “Canje sin arandelas: ¿mucho pedir?” Febrero 15 de 2009.

Usted dice:‘Cano’ es un tipo inteligente, con sardónico sentido del humor, pero forrado en una impenetrable coraza estalinista.”

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Jamás imaginé ——en pleno siglo XXI—— que se utilizaran las palabras ‘inteligente‘, ‘cómico’ y ‘estalinista’ en una misma frase.  Más allá de todo interés estratégico como lo fue el de Churchill, y con lo que ahora sabemos de la dictadura estalinista, ¿no resulta aberrante siquiera llegar a preguntarse algo así como,  “¿será que Stalin fue un “tipo inteligente”? ¿No es esto confundir lo que es inteligencia y sabiduría práctica (phronesis) con lo que es astucia pervertida y unas prácticas fundadas en acciones deplorables que justifican cualquier medio para cualquier fin? ¿No es esto confundir lo que es el sano humor de la autocrítica con el  sórdido cinismo de la  absolutez tiránica? Porque es en parte precisamente en la capacidad para reir que se revela nuestra capacidad para la libertad.

El que no se vea que esto es fundamentalmente inaceptable resulta seriamente preocupante para nosotros que creemos en cierto tipo de moderación y hace cada vez más imposible ——-irónicamente todo lo contrario a lo que pide su columna——–  una resolución seria al conflicto. Moderación, sí; moderación a cualquier precio, no. Canje sí, canje a cualquier precio, no.

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La columna de Enrique Santos Calderón: “Canje sin arandelas: ¿mucho pedir?”, Febrero 15 de 2009, dice así:

“Salida en falso la del presidente Uribe al calificar de “bloque intelectual” de las Farc al Comité de Colombianos por la Paz que ha intercambiado cartas con el sucesor de ‘Tirofijo’. Es macartismo primario, que desdice del jefe del Estado y les otorga a las Farc un estatus que ni tienen ni se merecen.

Ya quisiera ‘Alfonso Cano’ tener a su lado a un bloque de intelectuales. El prontuario de las Farc los ha espantado a todos, y hoy no conozco a un solo colombiano pensante que avale tan larga trayectoria criminal. Otra cosa es que muchísimos ciudadanos anhelen la paz, crean en el “intercambio humanitario” o piensen que las últimas liberaciones abrirían la puerta a una solución negociada del conflicto armado. Objetivos deseables pero -como están las cosas- aún lejanos. No por ello se los puede tachar de cómplices de la guerrilla.

La reciente matanza de indígenas awás (¿17, 27?) en Nariño -asesinados con arma blanca dizque por “colaboradores del Ejército”- borra a machetazo limpio la imagen buscada por las Farc con las liberaciones unilaterales de la semana pasada. ¿Acción inconsulta de un frente aislado en el fragor de la guerra? Es posible. Solo falta entonces que la condenen de manera inequívoca. Y aun así, este acto brutal reafirma la ya tal vez irredimible deshumanización a que ha llevado a las Farc su perversa estrategia de “combinación de las formas de lucha”.

Cartas amables a Piedad y liberaciones unilaterales, acompañadas de secuestros, bombas en las ciudades y masacres en la selva son una aberración que el país rechaza con la contundencia que demostró hace un año, en la más grande movilización ciudadana que haya producido Colombia en su historia. Pero esto parece resbalarles.

Existía la esperanza de que, tras el 4 de febrero, los golpes sufridos y la asunción del ex universitario Guillermo Sáenz a la cúpula, las Farc iniciarían algún replanteamiento de sus prácticas y concepciones. Vana ilusión, si nos atenemos al único pronunciamiento de fondo de ‘Alfonso Cano’ desde que asumió la comandancia (extensa entrevista en ‘Cuadernos para el diálogo’, 04-12-08), donde no expresa el menor remordimiento, ni la más leve autocrítica. Según el nuevo vocero del Secretariado, las Farc están ahí: inmodificables e incólumes, incontaminadas por el narcotráfico y aferradas a la lucha armada. Deprimente, pero cierto.

Llegué a pensar que alguna evolución visible produciría la llegada de ‘Cano’, con quien he hablado dos veces en mi vida. La primera hace 22 años, en tiempos de los diálogos en Casa Verde, y luego en el 2001, durante el despeje del Caguán, cuando me invitó a confrontar opiniones en su cambuche cerca de San Vicente. Discutimos más de ocho horas sin parar (sus segundos, ‘Pablo Catatumbo’ e ‘Iván Ríos’, quedaron tendidos del sueño) y fue muy poco lo que avanzamos. ‘Cano’ es un tipo inteligente, con sardónico sentido del humor, pero forrado en una impenetrable coraza estalinista.

En cualquier caso, las liberaciones que ordenó son un gesto unilateral de las Farc que se debe valorar. La desgracia cíclica de nuestro infernal conflicto es que cuando se presenta algún hecho constructivo, no pasa un día sin que se produzcan otros que lo anulen: la matanza de los awás, la exigencia de ‘Cano’ de incluir a ‘Trinidad’ y ‘Sonia’ en el intercambio, el progresivo endurecimiento de Uribe tras su positiva reacción inicial a las liberaciones…

Lo deseable, en fin, sería un canje simple y sobrio de los 24 uniformados aún en poder de las Farc por guerrilleros presos en Colombia. Expedito, sin trampas, shows, ni condiciones irreales de parte y parte. El Gobierno, que no debe alimentar falsos triunfalismos con las Farc, está en deuda con estos soldados y policías que han sufrido lo indecible. Y las Farc aún tienen que demostrar, con menos engaños y más hechos, un propósito de paz. Mientras tanto, en las mismas.”

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Lincoln and Generals

Abraham Lincoln y la esclavitud, Response to “El Tiempo” columns 5: Comentario a Daniel Samper Pizano “Lincoln, un racista lleno de gloria”, enero 6 de 2009.

(Nota: Para otro texto sobre “Lincoln y su uso de la retórica  política” escrito en inglés ver aquí )

Sin duda el hecho de que su columna haya sido respondida a partir de citas textuales de la obra de Lincoln no es gratuito. Esa decisión revela en sí misma una posición radicalmente diferenciada de la suya. Se podría defender dicha posición de diferentes maneras. Una de ellas podría argumentar lo siguiente: “si Lincoln mismo con sus propias palabras no puede defenderse de sus acusaciones altamante incompletas y cuestionables, pues menos lo haremos aquellos que no hemos logrado la grandeza que Lincoln sí alcanzó no sólo en actos sino en su admirable manera de escribir sobre y enfrentar decididamente y con gran coraje los complejos dilemas políticos de su época.” Pero además, dicha postura puede invitar a una relectura mucho más cuidadosa y hermeneúticamente mucho más generosa de la obra de Lincoln que la suya; sobretodo teniendo en cuenta que su obra es admirada por su originalidad reflexiva, por su socrática capacidad de autocuestionamiento  —evidente en las citas que le envié—— y por su poderoso manejo retórico del lenguaje público siguiendo el modelo de los Griegos Antiguos. En este sentido es de absoluta importancia el que las citas que usted provee sean claramente identificadas en cuanto al punto preciso de su aparición dentro de la amplia obra de Lincoln (es decir, cuál discurso, qué  año, qué circunstancias, ante cuál audiencia, y otros.)

O podríamos poner la cuestión de una manera más personal. Si bien leo con frecuencia sus columnas, en verdad es raro que su dinámica logre penetrar los fundamentos político-filosóficos que están a la base de mi vida académica y práctica. En verdad en su caso debo decir que llegamos a implementar aquello a que la democracia invita,  a la tolerancia de la diferencia (¡y qué diferencia tan difícil de tolerar!) Y a diferencia de otras ocasiones, en esta oportunidad decidí responder y hacerlo de una manera específica, simplemente citando “como buen loro” las palabras de Lincoln referidas especificamente a los temas tratados en su columna, especialmente la problemática compleja de la esclavitud. Imagino su respuesta ante tal posición algo así como lo siguiente: “Bueno, si hermano, pero ahora dígame usted qué piensa, o es que acaso idolatra a Lincoln?” Si estoy —–así sea tan solo medianamente—– en lo correcto, entonces tal vez las citas hayan tenido el efecto deseado. ¿En qué sentido? En el sentido paralelo siguiente;  al leer la columna sobre Lincoln y su respuesta lo único que yo podía pensar era; “Bueno, hemano, pero ahora dígame que era lo que Lincoln decía, o es que acaso sólo caricaturiza a Lincoln?” Y claro ante un personaje como Lincoln prefiero pecar de idólatra antes que de caricaturizador.

Más positivamente, veo en su columna un deseo por darle una voz a las grandes y complejas comunidades negras que no sólo en la historia de los Estados Unidos sino en nuestra propia Colombia han sido tratadas de manera condenable, antes como propiedad sin alma, ahora como supuestos ciudadanos pero tan sólo de segunda clase. Su riqueza cultural, musical y  política silenciada por muchas décadas. Pueda ser que las leyes hayan prohibido la escalvitud, pero la dinámica racista perdura entre nosotros de manera preocupante. Basta pensar en Martin Luther King, y el caso de dramático de la realidad chocoana en nuestro país. No en vano las lágrimas de muchos afro-americanos al darse cuenta que Obama en realidad sí había sido elegido; era como si no lo creyeran. En este sentido su postura interpretativa, que busca un espacio real para la dignidad de la diferencia para ciertas minorías, es bienvenida y digna de defensa, aun cuando el tono y la argumentación en muchos casos deja muchas dudas acerca de la consecución de dicho objetivo. Y claro, realizar semejantes proezas en una corta columa periodística involucra ya de entrada una gran injusticia de mi parte.

Habiendo dejado eso en claro, surgen ——creo yo, y perdonará la excesiva extensión de esta respuesta—— al menos tres críticas de gran  importancia a los puntos de vista brevemente expuestos en su columna: 1) cuestiones generales metodológico-interpretativas a la base de su visión de mundo, 2) cuestiones más específicas, particularmente referidas al contraste realmente problemático entre lo que dice el propio  Lincoln, confrontado a su interpretación —basada en un grupo de historiadores, más no en el único grupo (piénsese en la obra de Jaffa sobre Lincoln)—– acerca de lo que se dice que dice Lincoln,  y 3) los dilemas práctico-políticos concretos frente a la cuestión de lo público en Colombia que generan su postura casi que orgullosa de destrozar todo mito político relevante, ingenuamente al mismo tiempo aparentando defender la posibilidad de una vida política en la que los mitos sean dejados de lado por completo.  A continuación cada una de estas críticas:

1) Lo cierto es que las diferencias metodológicas/interpretativas a la base de nuestras aproximaciones a la historia de lo político, y sobretodo de los grandes líderes políticos son abismales. Y estas diferencias metodológicas/interpretativas hacen inevitable que veamos dos mundos esencialmente opuestos. Envié la cita porque en cuanto a Lincoln y sus posturas frente a la igualdad racial es mejor leer lo que él mismo asevera.  Como hace mucho sigo sus columnas —es raro que este de acuerdo con alguna de ellas—- puedo decir que comprendo varios de sus puntos de partida como periodista. Interpretativamente existe la idea de que los llamados “hombres/mujeres de estado’ son: a) simples estrategas en búsqueda de aquello que conviene más a su deseo por poder que cualquier causa noble/honorable; b) sus palabras en general sólo reflejan aquellas motivaciones inconscientes que ellos no pueden nunca llegar a superar; c) recurren a cualquier medio para obtener su fin que esta lejos de la nobleza y honorabilidad de lo político. Ahora bien, un resumen de la postura radicalmente crítica de sus presuposiciones se  encuentra —entre otras—- en la obra de Thomas Pangle que argumenta que por el contrario hay una tradición que restaura el civismo ejemplar de los grandes “seres de estado” a su correcta posición. No en vano esta tradición mira atrás, a la filosofía politica clásica griega (sobretodo Aristóteles), como su guía. Disculpará que no la traduzca;

The rebirth of classical republican theory restores civic statesmanship to its princely throne as the highest subphilosophic human calling. And Strauss’s teaching instills a tempered appreciation for the nobility  of the political life within liberal democracy  as the best regime  possible in our epoch, in full awareness of this democracy’s and that epoch’s intensifying spiritual and civic conundrums. Strauss’s thought carries an implicit as well as explicit severe rebuke of those thoughtlessly egalitarian historians and social scientists who debunk, rather than make more intelligible and vivid, the greatness of statesmen. Strauss deplores and opposes the prevalent scholarly tendency to belittle or ignore political history  for the sake of subpolitical “social” history —to reduce the debates and deeds of active citizens and their leaders to merely “ideological” contests masking supposedly deeper economic or “social” forces. He argues that these fashionable scholarly and teaching trends not only undermine the already precarious respect for political debate and public spirit, but also falsify the empirical reality of man as the political animal.” (mi énfasis; Thomas Pangle, Leo Strauss: An Introduction to his Thought and Intellectual Legacy,  p. 82)

Tal vez reconociendo la diferencia –que es algo a lo que usted invita—- modere así sea un poco la manera en que se aproxima a los grandes líderes políticos que desde el ámbito de lo político son admirados por su nobleza y que desde el llamado “cuarto poder” (la prensa libre) son constantemente cuestionados utlizando un lenguaje foráneo, muchas veces indignado y sin duda interpretativamente limitado. ¿Acaso no está en el “cuarto poder”  el poder —–y sobretodo el DEBER—– de generar, o ayudar a generar las condiciones de estabilidad política y generación de líderes y de una ciudadanía fuerte que garantice que la democracia logre sus objetivos de la mejor manera posible?  O como lo dijo Bolívar, otro gran hombre de estado relevante para nuestra encrucijada colombiana:

“Un hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un Gobierno popular; es una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque este emana de la guerra, aquel emana de la leyes. Cambiadme, señor , todos mis dictados por el de buen ciudadano.
(Discurso al Juramentarse como Presidente de la República ante el Congreso, Cúcuta, 1821; Brevario del Libertador, Ramón de Zubiria p. 172)

Y por ende surgen muchas preguntas frente al sarcasmo de su columna, incluyendo: ¿cómo generar dichos ciudadanos si nos mofamos de los líderes que son precisamente los más ejemplares ciudadanos a nuestro alcance? (more…)

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This is simply a translation of Ingrid Betancourt’s letter to her mother. It was published today in El Tiempo newspaper of Bogotá. Why translate it? Because I know many do not speak Spanish and therefore the audience of her intimate and powerful letter can be increased by seeking more English-speaking readers. Others who know other languages may translate it for others, as well as place their translation within their blogs. Perhaps this will bring more attention to our plight as Colombians, and perhaps the prayers of more and more will give her —and all the other secuestrados— the necessary strength to live through her/their ordeal. Betancourt was kidnapped by the infamous FARC in 2002 and only recently was a video released which showed she was still alive. For her biography see: here . The letter itself in Spanish is here.

(Note: I translate it as I am an official translator both in Canada and in Colombia; But MUCH more importantly because I feel deeply for those who remain kidnapped in our dear Colombia. For my constant interest see some very basic tributes here and here. )

“We live dead here.”

“This is a difficult moment for me. They ask for proofs of survival and here I am writing this letter in which I spill my soul unto paper. I am physically in bad shape. I have not kept on eating, my appetite has left me, my hair falls off in great quantities.

I have lost the desire for everything. I think that that is the only thing that is right, I desire nothing because here in the jungle the answer to everything is no”. It is best, then, not to want anything so that one can at least free oneself from one’s desires. I have been asking for an encyclopedic dictionary to read something, to learn something, to keep intellectual curiosity going. I keep on waiting that perhaps out of compassion they will provide me with one, but it is best not to think about that.

From there on anything else is a miracle, even listening to you in the mornings because the radio I have is too old and broken down.

I want to ask you, dear mother, to tell the children that I want them to send three messages per week (…) nothing transcendental, but anything they can and which they can imagine … I need nothing more, but I need to be in contact with them, the rest does not matter anymore. (…)

As I said to you before, life here is not life, it is just a terrible waste of time. I live or merely survive in an hammock hanging from two posts, covered by a mosquito net and with a tent on top which serves as a roof. With this I can say I have a house.

I have a cabinet where I place my equipment, that is to say, my backpack with my clothes and the Bible which is my sole luxury. Everything ready if one has to start to run. Here nothing is one’s own, here nothing lasts. The only constant thing is uncertainty and precariousness. Any moment they can give the order to pack and to sleep in any hole, lying anywhere with any animal (…) my hands sweat and my mind becomes clouded and I end up doing things two times more slowly. Hikes are a torture because my equipment is too heavy and I can’t carry it (…) but everything is stressful, my things are lost or taken away, like the blue-jean that Mela had given me for Christmas, the one with which they caught me. The only thing I have been able to save is my jacket; that has been a blessing, because the nights are freezing cold and I have had nothing else to cover myself with.

Before I used to enjoy each bath in the river. As I am the only woman of the group, I had to bathe practically with all my clothes on; shorts, bra, t-shirt, boots. Before I used to like to swim in the river, today I do not even have the strength for that. I am weak and cold, I look like a cat approaching water. I, who have loved water so much, cannot even recognize myself. (…) But ever since they separated the groups, I have not had the energy for anything. I stretch a bit because stress blocks my neck and it hurts a lot.

With the stretching exercises, the split and others, I manage to alleviate the tension in my neck (…) I try to keep quiet, I speak very little so as to try to avoid problems. The presence of a woman amongst so many prisoners who have been held in captivity for 8 to 10 years is a problem (…) When one is searched they take away the things one loves the most. A letter that arrived from you they took away after the last proof of survival in 2003. The drawings by Natasha and Stanis, the photos of Mela and Loli, the prayer necklace of my father, a governing programme with 190 points; everything they took away. Everyday there is less of me left. Some details Pinchao has told you. Everything is tough.

It is important that you dedicate these lines to those people who are my oxygen and my life. Those who keep my head above the water, which help me not to drown in forgetfulness, in nothingness and in despair. They are you, my children, Astrica and my little ones, Fab, aunt Nancy and Juangui.

Everyday I am in contact with God, Jesus and the Virgin (…) here everything has two faces, happiness comes around and then pain. Happiness here is sad. Love alleviates but opens new injuries … it is to live and die again. For years I could not think about the children and the pain of my father’s death was almost the last straw. I cried thinking about them, I felt I was asphyxiating, that I could not breathe. I said to myself: “Fab is there, he is taking care of everything, you must not think about it nor think.” I almost went crazy with the death of my father. I never knew how it happened, who was there, if he left a message, a letter, a blessing. But that which has calmed this torment is to know that he left us trusting in God and that I will hug him there. Of that I am sure. Feeling your strength has been my strength. I never saw messages until I was united with Lucho, Luis Eladio Pérez, on the 22 of August 2003. We were true friends and were separated in August. But throughout all that time he was my shoulder, my shield and my brother. (…).

I carry with time the memory of the age of each of my children. Each birthday I sing their Happy Birthday. I always ask them to allow me to bake a cake. But for the last three years the reply has always been no. Nonetheless, if they bring a cookie or any rice or bean soup, which is usually what happens, I imagine it to be a cake and I celebrate their birthday in my heart.

To my Melelinga (Melanie); my spring sunshine, my princess from the constellation of the swan, to her whom I adore so much, I want to tell you that I am the proudest mother on earth (…) and if I had to die to day I would leave my life thanking God for my children. I am very happy with her Masters in NY. That is exactly what I would have advised (…) But take note, it is very important that she do her DOCTORATE. In the world today, even to breathe one must have credentials (…) I will not tire of insisting to Loli (Lorenzo) and Mela that they not stop until they have obtained their PhD . I wish Mela would promise me with that. (…).

I have always told you that you are the best, much better than I am, something like the best version of what I would like to be. That is why, with the experience that I have accumulated through life, I ask you my life to prepare yourself in order to reach the top.

To my Lorenzo, my Loli Pop, my angel of light, my king of blue waters, my head musician who sings and enchants me, the owner of my heart, I want to tell him that from the day of his birth up to today he has been a fountain of joy. Everything that comes from him soothes my soul. Everything comforts me, everything gives me peace. (…) I could finally hear his voice a few times this year. I trembled with emotion. It is the voice of my Loli, the voice of my boy, but there is another man now over the voice of my little boy. A deep voice of a real man, like that of my father (…)

Your life awaits you all, try to reach as high as possible, to learn is to grow, not only because of what one learns intellectually, but also because of the human experience, the people surrounding you which provides emotional sustenance to have greater control over oneself each day, and spiritually, to mold a greater character of service towards others, where ego is reduced to its most minimal expression and one grows in humility and moral fortitude. One goes with the other. That is to live, to grow up to serve. (…)

To my dearest Sebastian, my little prince of stellar and ancestral voyages. So much that I want to say to him! First, that I do not want to leave this world before he has the knowledge, the certainty and the confirmation that there are not 2, but 3 children of my soul (…) But for him I will have to un-knot years of silence which weigh upon me much since captivity. I have decided that my favourite colour is the blue of his eyes (…) Just in case I do not leave this place, I write it down so that you can keep it in your soul, m cherished Babon, and so that you might understand, that I understood when your brothers were born, and it is that I have always loved you as the son that you are and that God gave me. The rest are only formalities. .

I know that Fab has suffered because of me (…) Tell Fab that in him I rest, over his shoulders I cry, in him I lean so that can continue smiling out of sadness, his love makes me strong. Because he is there for the necessities of my children, I can cease breathing without life hurting so much (…)

To my Astrica, so many things that I do not know where to begin. Perhaps to tell her that her “little resume” saved me during the first year I was kidnapped, during the year in which I grieved for my father. (…) I need to talk to her about all these moments and to hug her and cry until I run clear out of tears in my body. In everything that I do she is there as a reference. I always think, “We did that with Astrid when we were small” or “Astrid did this better than I did” (…) I have heard her several times on radio. I feel great admiration for her impeccable manner of expression, for the quality of her reflections, for the control over her emotions, for the elegance of her sentiments. I hear her and think: “I want to be like that.” (…) I imagine how they enjoy things with Anastasia and Stanis (Ingrid’s niece and nephew) . How it hurt me that they took away their drawings. The poem by Anastasia read: “through a lucky touch, through a magical touch or a touch by God, in three years or three days you will be again with us.” And the drawing by Stanis was a rescue through helicopters, I sleeping in a confined space (caleta) just like the ones here, and he was my Saviour.

Mom, there are so many people to thank for remembering us, for not abandoning us. For a long time we have been like the leppars who make every dance an ugly event, us captives are not a “politically correct” topic, it is much better to say that one has to be strong with the guerrillas without sacrificing some human lives. Before these ideas, silence. Only time can open consciousness and elevate the spirit. I think about the grandeur of the United States, for example. That greatness is not due to the richness of lands or raw materials, etc., but the result of the spiritual greatness of the leaders who molded their Nation. When Lincoln defended the right to life and liberty of the enslaved blacks of America, he also confronted many Floridas and Praderas…. But Lincoln won and there remained impressed in the collective of that country the priority of human life over any other interest.

In Colombia we still have to think where we come from, who we are and where we want to head. I wish one day we will feel that thirst fro grandeur which allows peoples to surge from nothing to the very sun. When we will be much less conditional towards the defense of the life and the liberty of those who are ours, that is to say, when we are less individualistic and more solidarious, less indifferent and more committed, less intolerant and more compassionate. Then, that day, we will be that great country we all wish we were. That greatness is lying asleep in our hearts. But our hearts have hardened and they weigh so much they do not allow for higher sentiments. But there are a lot of people I wish to thank because they are contributing to awaken the spirit and grandeur of Colombia…

For many years I have thought than as long as I am alive, as long as I keep on breathing, I must always keep hope. I no longer have the same strength, it is much more difficult for me to believe, but I wanted you to feel that what you all have done has made the difference. We have felt human (…) Dear mother, I still would have many other things to tell you. Explain to you that for a long time I have not had news from Clara and her baby (…) Alright, mommy. God help us, guide us, give us patience and embrace us. Forever and ever.”


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The original letter in Spanish reads; (more…)

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Comentario a Eduardo Escobar Octubre 29 de 2007 – CONTRAVÍA “La suerte está echada”

Si bien encuentro en sus columnas una fuente que permite siempre recordar la posibilidad critica de la poesía y la literatura, en muchas ocasiones debo confesarle que me muevo en contravía con las últimas palabras de esta columna, prefiero “no ser justo y gritar un poco”. Sin duda su pesimista presentación de lo político en el ámbito colombiano invita a que quienes nos dedicamos a la filosofía política reconsideremos los fundamentos de lo político. En eso estamos de acuerdo. Situaciones de caos generan caóticas aproximaciones, pero la pregunta prudente es considerar si dichas aproximaciones agilizan el desorden generalizado. Y así nos movemos entre el desorden y el orden gracias a sus agudas pero sesgadas aproximaciones. Desafortunadamente hasta ahí llega el camino que caminamos conjuntamente; sobretodo porque el camino que pareciera usted recorrer hace de ciertos caminos con una poderosa tradición histórica una simple ilusión. Caminando el camino de lo político se nos revela que tal vez era mejor ni arrancar. Pero bien, ¿cuáles son los puntos centrales en los que difiero frente a su argumento y su poder poético-retórico (en el buen sentido del término)?

1. En su columna encuentro una confusión fundamental que hace que las palabras pierdan mucha de su fortaleza critica. Hay una confusión elemental entre la visión moderna de lo político —–tal y como aparece desde Hobbes (y de cierta manera en Maquiavelo)—— y la visión de lo político tal y como aparece formulada en la filosofía política clásica, en particular en la obra de Aristóteles, pero también en Platón, Jenofonte y Cicerón. Es por ello que usted puede indicar con demasiada facilidad que “Es extraño que este antiguo arte de lobos, la política, goce de tanta reputación de cosa buena.”

No podemos entrar aquí en detalles, pero la política como un “arte de lobos” aparece así formulada en el Leviatán de Hobbes. Ese mismo proceder, que gira alrededor de un supuesto realismo político, puede verse también en la obra de Maquiavelo El Príncipe (aun cuando la posición de sus Discursos es mucho más compleja.) Y es de anotar que el gran contrincante intelectual tanto de Hobbes como de Maquiavelo es precisamente Aristóteles. Al igual que usted, los modernos Hobbes y Maquiavelo ven en la idea de la política “como cosa buena”, algo irreal y utópico.

Ahora bien, es claro que Aristóteles y el pensamiento político clásico ven en lo político no simplemente la posibilidad de un bien realizable, sino además la condición misma de nuestra naturaleza como humanos que por naturaleza somos seres políticos. Y dicha postura Aristotélica está alejada tanto de un realismo político como el de Hobbes que permite lo que sea, como de un utopismo radical que retóricamente incita a lo que sea. La recuperación de lo político desde los clásicos permite considerar la profunda necesidad de lo político para los humanos, y a la vez, permite visualizar las peligrosas limitaciones que dicho ámbito posee. En la filosofía política aristotélica encontramos el camino para una recuperación de la real honorabilidad de lo político y, a la vez, una cierta trascendencia de lo político por medio de la filosofía política. Confundir esta compleja opción con el simplista modelo de Hobbes le permite a usted “ganar” la partida con mayor facilidad.

2. Y añadido a este primer punto se encuentra en su columna una actitud ambivalente que resulta perniciosa tanto para la educación reflexiva de una ciudadanía política fuerte que cree en lo público, como para la generación de una acción moderada interesada en la sanación de la realidad política misma que a lo largo de la historia ha caído muy por debajo de sus reales posibilidades. Es así como, por un lado la columna parece invitar a los ciudadanos comunes y corrientes —–como usted y como yo—— a seguir luchando por la democracia y por el honor: “Y con filosofía o sin filosofía, a los ciudadanos comunes como usted y como yo solo nos resta seguir en la brega de sobrevivirnos creyendo, para no perder por completo el honor, que no todo es desvergüenza. Hay aquí un impulso hacia lo virtuoso en lo político, hacia el bien político fundacional, a saber, el honor. Es por ello que los representantes políticos se denominan en todas las democracias como honorables (así, como usted nos recuerda una y otra vez, muchos no alcancen la altura de dicha designación).

Pero por otro lado, el balance de la columna parece dejar a los ciudadanos con la sensación de que esta honorable frase realmente sobra. Usted resume este otro polo pesimista con su fortaleza poética de esta manera:

“Y en los muros de la esquina bajo el aguacero se deshacen sus retratos.”

Pero lo que dichas palabras desconocen es precisamente una comprensión más profunda, más sentida, y más amiga de lo político. ¿Por qué? En primer lugar, porque el deseo fundamental que motiva al ser humano político, el deseo de su inmortalización a través del reconocimiento público, es sin más, hecho trizas. El aguacero deshace toda cara política; deshace todo recuerdo de los grandes líderes. No quedan retratos. Además el aguacero parece deshacer toda acción publica ya que ninguna acción pública dejaría huella.

Pero por el contrario, algunos ciudadanos sí recordamos ciertos retratos con absoluta admiración; recordamos que sí hay Churchills y sí hay Abraham Lincolns, y sí hay Bolívares, y sí hay Lara Bonillas. (Y recordamos también que Bolívar “el hombre político”, y Bolívar “el personaje de Gabo” no son, afortunadamente, el mismo). E igualmente las reglas mismas de lo político en nuestras democracias hacen evidente que al menos una parte de la ciudadanía sí cree que hay retratos dignos de reseñar y honrar. Tal vez nuestro país ha olvidado esto, pero otros países tienen ceremonias con este único objetivo. En este sentido, desde el lenguaje y la realidad de lo político, es claro que en medio de aguaceros surgen –—y pueden y deben surgir—- quienes tienen la cara para enfrentar la tempestad y así ser recordados. Tal vez desde otros lenguajes todo eso parezca mera ilusión.

En segundo lugar, se da en su columna una crítica, ligada a la anterior, que hace de la opción de la sabiduría practica —-virtud aristotélica fundamental que caracteriza a los grandes líderes políticos—- algo nuevamente ilusorio. Dedicar la vida a la consecución de dicha virtud parece ser una gran pérdida de tiempo:

“Todos tienen una propuesta para salvar el presente, y sienten sus derechos para aliviar los desórdenes del futuro financiados con los huevos de oro de la gallina suculenta del presupuesto.”

La única sabiduría que nos queda es la de la astucia guiada por el dinero, motivada por el poder, limitada al ahora y gozada en lo privado. Sus palabras reducen así la posibilidad de considerar que, dada una educación política adecuada, en efecto sí hay y puede haber algunos entre nosotros que en efecto estén mejor capacitados para tomar la decisiones políticas requeridas.

Pero lo que es más pernicioso aún; estos dos puntos que he mencionado, en su conjunto parecen hacer imposible el crear las condiciones educativas de motivación tanto para generar líderes políticos honorables guiados por cierto amor crítico al bien público, como para generar una ciudadanía que crea seriamente en las posibilidades de lo político. En cierta medida, podría uno decir que, si así son las cosas, no resulta extraño encontrar que Platón en la República busca exiliar —–bajo una interpretación—– a los poetas de la discusión de lo político!

(Un tercer punto a considerar es su alusión a la idea de la muerte de Dios en nuestra época, sobretodo gracias a la impresionante obra de Nietzsche: “Pero el hombre moderno está condenado a confiar en los políticos, a resignarse a lo imperfecto, porque Dios ha muerto.” Al respecto cabe preguntarse si Nietzsche ofrece una respuesta coherente a la noción clásica de una religión cívica a la base de una república saludable. Pero debido a la extensión ya vergonzosa de esta respuesta, tendrá que dejarse esta pregunta para otra ocasión.)

Espero que estos puntos hayan sido expuestos de tal manera que inviten a cierta moderación política en su concepción que parece ser radicalmente apolítica.

 

 

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La columna de Eduardo Escobar Octubre 29 de 2007 – CONTRAVÍA “La suerte está echada”, dice así:

“A los ciudadanos como usted y yo nos queda seguir en la brega de sobrevivir. (more…)

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Comentario a Andrés Hurtado García “Cuentas que gotean sangre”Octubre 23 de 2006, FUSTIGAR LA CORRUPCIÓN

 

 

Aunque siempre he admirado su defensa de la naturaleza y envidio de todo corazón sus caminatas por nuestra Colombia, sin duda sus análisis políticos muchas veces me dejan realmente inconforme y ampliamente desconcertado. Aunque en general sigo el argumento que usted plantea contra la designación de honorables a los parlamentarios colombianos, sin duda considero muy grave su miopía, incluso en el caso poco factible de que sea completamente verdadera. ¿En que sentido? Supongamos que en verdad, como usted enfatiza una y otra vez, todos los parlamentarios de Colombia son unos corruptos que andan en “triquiñuelas, zancadillas, componendas y arreglos de dudoso patriotismo” y que en verdad están sólo interesados en sus altísimos salarios privados y no en la vida guiada por el honor, es decir una vida fundada sobre la compleja dedicación al servicio público. Supongamos que esa afirmación sea verdadera, y supongamos que en realidad hay, hoy en día en Colombia —–allí, a las afueras del Congreso—- unos parlamentarios en proyecto que sin duda han sido tan bien capacitados en lo político que por fin tendríamos unos líderes que no caerían en la deshonorable desgracia que usted enfatiza. Supongamos entonces que en todo esto usted tiene la razón.

Sin embargo lo invito a que considere el siguiente problema que su manera de pensar genera si uno analiza la situación colombiana desde el ámbito, no del periodismo, sino desde el ámbito político mismo (entiéndase aquí desde el ámbito del estudio de los elementos que hacen de la política la más honorable de la prácticas tal y como aparece formulada una y otra vez desde los griegos). En este sentido podríamos decir lo siguiente. Suponga por un momento que el problema de la crisis en Colombia, como usted bien lo indica, es que no hay en verdad una clase política con las virtudes requeridas para ser considerados —como en efecto son considerados en todos los países (sean corruptos o no)— como honorables. En primer lugar, en este sentido sería interesante el pensar por qué en todos los países libres los parlamentarios son llamados honorables. Y por cierto podríamos pensar en esta paradoja, ¿acaso podríamos decir que su importante y lúcida defensa de la naturaleza es honorable? Pero además, en segundo lugar, suponga que usted está empeñado como educador en generar los futuros políticos colombianos que ahora sí serán los mas honorables que hemos conocido hasta ahora. Pues bien, a mi manera de ver, aquí surge un problema gigantesco si uno sigue su tipo de análisis. Si en nuestra educación de los futuros líderes políticos nosotros destrozamos el bien fundamental que mueve a la personalidad política —— a saber, el honor entendido como el reconocimiento merecido por el sacrifico que implica una vida dedicada al bien público en vez de a la “cómodidad” de una vida privada—–, si nosotros imprudentemente destruimos éste ideal diciendo que la noción de honorabilidad política carece de sentido lingüístico, semántico y práctico, entonces veo con suprema dificultad que quienes se dedican a la educación de los futuros líderes del país puedan generar dichos líderes. ¡Tendremos muchos periodistas, pero no líderes políticos! Es bien conocido que los sacrificios del servicio público son premiados en todos los países con diversos honores tanto en vida como póstumamente. Si destruimos este objetivo, y eliminamos este deseo vital en los jóvenes, terminaremos en un círculo vicioso que comienza con la critica ingenua del objetivo político por excelencia que es la honorabilidad, y culmina con la incapacidad de encontrar líderes públicos dignos de honor para llenar las posiciones ganadas con base en el mérito. Espero que el dilema que creo surge de su posición radical haya quedado bien planteado y que en este sentido lo invite a cierta moderación. Culmino esta reflexión muy limitada con las honorables palabras que Churchill dijo a unos jóvenes en 1941 incitándolos a una vida fundada en el honor: “Never give in–never, never, never, never, in nothing great or small, large or petty, never give in except to convictions of honour and good sense. Never yield to force; never yield to the apparently overwhelming might of the enemy.”

 

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La columna de Andrés Hurtado García, fechada Octubre 23 de 2006, y titulada FUSTIGAR LA CORRUPCIÓN: Cuentas que gotean sangre, dice así:

Un obrero, ganando 400 mil mensuales, debería trabajar 100 meses para sostener a uno de los Honorables.

Colombianito que todavía respiras, comes y sueñas, ¿quieres colocarte al borde del suicidio? Te invito a que oigas la excelente Luciérnaga, donde todos los días desenmascaran por lo menos cinco gigantescos robos contra el Estado, contra tu bolsillo.
Mientras escribo esto, oigo que el Contralor denunció ante los alcaldes que 70 mil millones de pesos de regalías petroleras que debían gastarse en salud, educación e infraestructura en los municipios se esfumaron en fiestas, monumentos, medallas y homenajes.

De tiempo en tiempo leemos desgarradores informes sobre el hambre y la pobreza desesperante de millones de colombianos.
Esta semana fue en Semana. Los únicos que no parecen haberse enterado del hambre del país son los Honorables Parlamentarios.
EL TIEMPO publicó el 21 de agosto un informe sobre lo que ganan los congresistas. A este informe me referiré varias veces. Cada congresista le cuesta al mes al Estado nada menos que 40 millones, lo que quiere decir que un obrero, sudando y matándose en el trabajo de sol a sol y ganando miserables 400.000 mensuales, debería trabajar 100 meses o sea más de 8 años para sostener a uno de los Honorables.

¿Que estos comentarios son subversivos? Elemental, mi querido lector. Lo que hacen los parlamentarios es enfurecer al pueblo e incitarlo a lo que Dios no quiera. El sueldo base mensual de un Honorable son 17 millones largos; para ganarse ese dinero un obrero debe trabajar 44 meses. Los Honorables ganan una prima en junio de 8 millones, una de Navidad de 17 millones y tienen derecho a cuatro tiquetes aéreos al mes. Estos sueldos y prebendas son subversivos. Que denuncie con nombres propios, me escribieron algunos lectores despistados.

Despistados porque no leyeron que descalifiqué a todos los parlamentarios con lista desde la A hasta la Z. ¿Por qué? Porque aunque sea legal (¿qué es lo legal en Colombia?) ganarse 17 millones al mes trabajando poco, eso no es ético, ni decente, ni humano, ni humanitario. Por eso creo que los Honorables, por andar en tantas triquiñuelas, zancadillas, componendas y arreglos de dudoso patriotismo no se han dado cuenta de que millones de colombianos pasan hambre y seguramente creen que todos los colombianos ganan 17 millones, como ellos. Y si se dan cuenta, son sencillamente desalmados y los señalo nuevamente a todos sin excepción.

Muchos me escriben diciendo que si todos los periodistas fustigáramos sin cesar la corrupción, esta podría disminuir, por lo menos hasta “sus justas proporciones”. Pero, es obvio, se necesitan periodistas que no tengan rabo de paja ni techo de vidrio y que tengan valor civil y amor por la patria. EL TIEMPO informó en su edición del 13 de agosto que por la presión de los medios “los congresistas peruanos devuelven dinero”. Luego, sí podemos hacer algo los periodistas con nuestra pluma.

Soy crítico permanente del Parlamento porque, con Honorables así, ¿cómo puede salir el país adelante? Y otra prueba reina: señor parlamentario, ¿aprobaría usted una ley lesiva para sus intereses personales pero inmensamente beneficiosa para el país? No, no doy por terminado mi Memorial de Agravios en defensa del humillado y maltratado pueblo colombiano. Seguiré.”

Mientras tanto, y nada que ver con lo anterior (?). Propongo que se elimine ese chistoso calificativo de Honorables que se endilgan unos a otros en sus debates. Con ello queda más tranquilo el país y ellos pueden seguir actuando más libre y tranquilamente, sin cargos de conciencia.”

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Comentario a María Jimena Duzán “Paz en la tumba de Uribe II”

Octubre 22 de 2006 – EL GIRO DE URIBE “Paz en la tumba de Uribe II”

Sin duda alguna ayudaría el comprender que un discurso político no puede ni debe ser como un artículo de periódico. Mientras que el lector al que usted como periodista se dirige se podría decir es siempre un lector universal, un discurso presidencial no tiene la misma libertad sobre la que se basa su comentario. Un discurso presidencial es local y específico, es dirigido a una audiencia concreta en un momento concreto. Su artículo, por el contrario, puede ser leído de manera similar tanto en Colombia como en Francia y el lector no requiere de audiencia alguna para ello. De cierta manera se podría decir que el discurso político no puede ni debe tener la libertad que usted exige ya que, sobretodo en este caso (como en todos los casos de crisis), es una respuesta a eventos que impiden la libertad misma. Es decir, todo discurso presidencial debe ir enfocado a un cierto tipo de audiencia especifica y no a un lector “universal” y “objetivo”. Tal vez por ello es más fácil comprender que la severidad de las palabras del presidente Uribe tienen mucho que ver con el sitio en que ocurrieron los hechos. Si hay un serio ataque a una institución militar el tipo de vocabulario que un presidente debe utilizar no puede ser, por ejemplo, el mismo lenguaje que cuando se relaciona con líderes gremiales, o con campesinos, o con sus propios consejeros, o con sus enemigos (que en este caso, es claro por el discurso mismo, incluyen tanto a las FARC como a los paramilitares). Espero que estas ideas muy incompletas ayuden a generar un cierto tipo de moderación en su columna. Por ejemplo, a tipo de ejercicio propio la invito a que considere la siguiente pregunta política desde el ámbito político mismo: ¿Qué tipo de discurso ha de realizar un presidente frente a las fuerzas militares, fuerzas que él lidera constitucionalmente, en el momento en que dichas fuerzas han sido golpeadas en una de las instituciones más preciadas para ellos? Sería este reto motivo de una de sus futuras columnas que podría ser titulada: “El discurso que el Presidente Uribe debió haber hecho.”

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La columna de María Jimena Duzán, fechada Octubre 22 de 2006 y titulada, EL GIRO DE URIBE: Paz en la tumba de Uribe II, dice así:

“La salida de los chiros que protagonizó el presidente Uribe el viernes pasado, luego del bombazo en la Universidad Militar, le ha devuelto la calma a mucho furibista. “¡Ese sí es el Presidente que reelegimos!”, fue uno de los tantos comentarios que alcancé a escuchar, luego de que el Presidente se hubiera despachado contra las Farc al otro día de la bomba, desde el sitio del atentado. El sábado, y como para que no hubiera equívocos, EL TIEMPO tituló así una nota de análisis del discurso presidencial: ‘Uribe II vuelve al Uribe I’, dando a entender que el II, es decir, el Uribe que sí quería hacer la paz con las Farc, que sí quería hacer el acuerdo humanitario, se habría esfumado y habría decidido volver como Matrix recargado (reloaded) y en su versión original.
Que sea esta la oportunidad para aclarar que rechazo abiertamente la idea de explicar los cambios de tercio de cualquier Presidente a través de tesis ezquizofrénicas que, además de insultar el intelecto, son falsas. A sus deudos, mi sentido pésame por la desaparición de ese Uribe II, conciliador y algo blandengue que poco duró, pero yo no lo lloro. Uno no puede añorar lo que nunca existió. ¿O es que acaso alguien pudo creer que el acercamiento que inició con las Farc, hecho como lo hizo, a la topa tolondra, sin ninguna planeación, sin mayor norte, era el de un Presidente comprometido en una estrategia de paz con esa guerrilla? Eso de sacar propuestas de paz como quien saca un conejo del sombrero, no lo recomienda ni Maquiavelo.
Lo que sucedió el viernes pasado, cuando el Mandatario se desbordó en epítetos contra la Farc y llamó a las Fuerzas Militares a que rescataran a sangre y fuego a los secuestrados, refrenda la tesis de que solo hay un Álvaro Uribe y de que el otro, el “II”, era tan falso como las tetas de silicona.
La verdad es que a este Uribe recargado le va a tocar hacer un acuerdo humanitario tarde que temprano. Las Farc son culpables de los secuestros, pero la responsabilidad política de liberarlos sanos y salvos es del Presidente. Nadie entendería que mientras permitió lo que permitió en La Ceja, en ocho años no hubiera podido formalizar un acuerdo humanitario.
De su discurso nos quedan otros interrogantes. ¿Cuál es el rasero con el que el presidente Uribe mide qué es y qué no es un acto terrorista? Lo pregunto porque en las últimas semanas las Farc ha cometido atentados mucho más graves. Han asesinado a un alcalde en Caldas; a un concejal en el Tolima; han puesto una bomba en Buenaventura, que mató a cinco personas, y el Gobierno, como si nada. Cosas peores están pasando en el proceso con los narcoparamilitares y el Presidente sigue ahí, manteniéndoles la cuerda floja. Vicente Castaño, con orden de captura y todo, se da el lujo de dar entrevistas desde la clandestinidad. Según la Comisión Colombiana de Juristas, hubo 3.005 asesinatos y cerca de 300 secuestros por las Auc, en su mayoría durante el proceso de paz. ¿Dónde están los epítetos contra los narcoparamilitares? No se oyen. Mientras a las Farc las llama fantoches -que de seguro lo son-, los otros son “los mal llamados paramilitares”, como si ese reconocimiento fuera injusto e inapropiado. ¿Cómo deberíamos llamarlos, señor Presidente?: ¿Señores? ¿Hombres de bien? ¿Doctores? ¿Dones?
De su discurso también se derivó otra realidad. La de que esta Fiscalía parece una convidada de piedra. No nos ha aclarado el tema de los falsos positivos, y el Presidente ya absolvió a los militares implicados y, de paso, dejó planteada la malévola tesis de que fue por culpa del impacto que tuvieron estas denuncias en la red de informantes que posiblemente se produjo el atentado en la Universidad Militar. O sea, que los medios somos los culpables de que hubiera estallado una bomba. ¡Qué tal! Por ese mismo camino vamos con el tema de los autores del atentado de la Universidad Militar. El Presidente ya dio su veredicto: fueron las Farc. Con un Presidente así… ¿para qué Fiscalía? Paz en la tumba de Uribe “II”.”

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