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Santafé de Bogotá,
Diciembre 4 de 2002,
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA
Padre Vicente Durán
Decano
Facultad de Filosofía
REF: CONTINUACIÓN LABORAL CON LA UNIVERSIDAD JAVERIANA
SEMESTRE I 2003
Estimado Padre Durán:
Por medio de la presente quisiera hacerle saber padre que he tomado la difícil decisión de no continuar el próximo semestre como profesor de planta en la Universidad Javeriana. ¿Qué decirle, padre, acerca de esta decisión? Muy acertadamente —pero tal vez por razones poco comprensivas de situaciones concretas—- se me ha resaltado la importancia de intentar ser más conciso y pulido en mis escritos. Trataré de serlo.
Sin duda interesa recalcar sobretodo el agradecimiento que le tengo a la Universidad Javeriana por darme la oportunidad, así fuese breve, de sentir el placer —-en medio de las dificultades físicas—- de enseñar temáticas que son de absoluta importancia para mí. Esta oportunidad ha transformado mi vida radicalmente. Eso se lo debo a ustedes y no hay cómo agradecerlo. Espero que con mi futura mejoría general pueda regresar a la actividad de la enseñanza. Pero sin duda la actividad de lectura filosófica puede “sin dificultad” continuar.
¿Por qué no continuar en la Javeriana? Las múltiples razones se las he dado a conocer personalmente tanto a Alfonso como a Fernando. A ambos les agradezco —y se los he hecho saber de una u otra manera—- muchas cosas, pero sobretodo el que ante una situación difícil por lo menos hayan hecho lo posible para que no se hiciera más difícil aún (como podría haber ocurrido). No quisiera imaginar cómo hubiese sido todo si no me hubiese ido más o menos bien en las encuestas, y en las labores que cumplí. Pero en tanto que dichas razones las articulé claramente, incluso muchos meses atrás, no interesa pues volver a recalcarlas, a re-sentirlas.
Tal vez sólo me permitiría recordar dos cosas. La una tiene que ver con palabras del propio rector de la Universidad, Padre Gerardo Remolina. En un artículo titulado ”Reflexiones sobre la formación integral“, indica él uno de los aspectos más importantes para ser profesor. Allí escribe:
“Es aquí donde se encuentra la semilla de la vocación del docente que se convierte en maestro; es decir, en alguien que sabe comunicar sus conocimientos con y por amor, con el corazón. Maestro es quien sabe llegar al corazón de su discípulo y contribuye así a convertir en universal su saber.”
Entiendo sobretodo estas palabras en el sentido del eros socrático y/o en el sentido de ágape de Taylor; no en un sentido romántico simplista e ingenuo. La razón más importante para dejar la Javeriana, no es mi grave enfermedad per se (pues sería bastante extraño que entre mejor me encontrara físicamente, pudiese “hacer” menos); radica, por el contrario, en que no estoy seguro de que estas palabras se tomen a veces con la seriedad que requieren por parte de algunos docentes. Pero entonces preguntaría usted, ¿hombre, Andrés, por qué no ayudar a cambiar esta situación? Lo hice como profesor de inglés, tal vez lo hice en cierta medida este año. Pero sin duda esta pregunta la haría una persona bastante sana. La respuesta es que, aunque pude volver a caminar luego de no poder hacerlo por mucho tiempo (¿alguien se imagina lo que es esto para un deportista consumado?¿Resulta incluso molesta la pregunta?), aunque pude bloquear muy intensos dolores continuos durante meses que permeaban mi corporeidad noche tras noche, aunque pude eliminar casi todas las grandes cantidades de drogas que tuve que tomar, aunque tuve que vivir con las consecuencias de decisiones de alta complejidad y cuestionable racionalidad, aunque pude sobrevivir el suicidio de mi muy querido doctor Fernando, aunque pude comenzar el doctorado y obtener muy buenos resultados, aunque pude ganar la convocatoria y dar hasta la última gota de esfuerzo y aprender de la oportunidad al mismo tiempo, aunque pude casarme y hacerlo de manera hermosa; aunque todo esto es verdad, pues la verdad es que fuerzas pocas tengo. Y esa si que no era la idea.
En segundo lugar me permitiría recordar algunas palabras de Aristóteles. Sin duda hasta ahora comienzo mi esfuerzo por comprender más y más su ética; en gran medida gracias a las preguntas generadas por el profesor Thomas Pangle. Pero, aún así, me interesa recuperarlas. Hacia el final de la Ética Nicomáquea, en el libro X, se indica:
“además, la educación particular es superior a la pública, como en el caso del tratamiento médico: en general, al que tiene fiebre le conviene el reposo y la dieta, pero quizá alguien no le convenga, y el maestro de boxeo, sin duda, no propone el mismo modo de lucha a todos sus discípulos. Parece pues, que una mayor exactitud en el detalle se alcanza si cada persona es atenida privadamente, pues de esta manera cada uno encuentra mejor lo que le conviene” (Ética Nicomáquea, Libro X, 1180b7-14)”
Sin duda el caso de una persona que está en medio de una recuperación para nada asegurada, de una enfermedad crónica grave, implica cierto tipo de “educación particular” que va más allá de cuestiones estratégicas (ascensores, etc.). (Y sin embargo, pocos saben —–tal vez sólo mi esposa—– cuáles fueron las implicaciones de no haber dictado mi primera clase este semestre en un salón por confusiones estratégicas.) Desafortunadamente en el momento en que se requería de mayor comprensión por parte de algunos colegas, primó más el interés de justificar la decisión tomada en términos de recibir otro profesor de planta en el Departamento. No hubo falta de exposición verbal de la compleja situación vital por la que yo vivía (vivo), y sí en cambio cierta negligencia en términos de sabiduría práctica y paciencia. Por ejemplo, si algún elemento que puede disparar la artritis, es un cierto tipo de tensiones añadidas, llamémoslas “extracurriculares”, a las que todos tenemos que vivir en el día a día. Tal vez ustedes se pueden dar el lujo de investigar si dichos elementos son subjetivos u objetivos; un enfermo no. Uno no se puede dar muchos lujos. Sin duda tal vez las palabras de Aristóteles representen la encrucijada de la Universidad moderna; pero no puede jamás ser la encrucijada de la filosofía, y menos aún, a nivel de doctorados.
Dado el preocupante futuro que percibo tendría en Colombia ––sobretodo en términos de seguridad médica—- he decidido viajar a Canadá que es como mi segunda patria. Espero poder continuar mi doctorado, pero ya estoy absolutamente consciente que para poder hacerlo primero debo o recuperarme en punto cercano al 90-100% (o como Mockus pide, al 110%); o encontrar un espacio en el que pueda realizar ciertas actividades, siendo optimistas, al 70%. Pero si no pude en la Javeriana —-que hasta cierto punto en realidad trató de proveerme un espacio, y repito, por eso estoy inmensamente agradecido— pues no hay razón para ser demasiado optimistas en ese aspecto. Pero dejar de leer e investigar, nunca.
¡Creo haberme extendido una vez más en demasía! ¡Tal vez aprenda a ser más concreto con el correr de los años; confiando en que sean muchos más!
Padre, le deseo salud, la mejor de las suertes y felicidad; y, en verdad, le pido que en sus rezos me tenga presente. Recordaré su pregunta acerca de la relación entre el lenguaje y la verdad, e intentaré la búsqueda de posibles respuestas. Además, le entrego a Alfonso y a Fernando una copia de esta carta de despedida.
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Profesor Andrés Melo Cousineau