RECONSTRUCCIÓN
DE LA ESPACIALIDAD DENTRO DE LA ARQUITECTURA GENERAL
DE SER Y TIEMPO
La nueva Ford Explorer 2002 nos invita a una aventura que desconoce de fronteras. ¿Cuáles son las características de esta topología originada en la revolución del Fordismo? ¿Cuáles son las coordenadas de esta invitación a descubrir nuevos espacios? En la propaganda correspondiente se nos responde: “Nadie las conoce. Lo que es cierto es que en la mente de cada quien existen lugares que no aparecen en ningún mapa, lugares espectaculares reservados sólo para quienes son capaces de liberar su espíritu aventurero.”(mi énfasis) [1].
En pleno siglo XXI se nos hace saber que el territorio Marlboro no necesita más de lentos caballos. Y sin embargo preocupados nos preguntamos a manera de contraste: ¿acaso es sólo posible apropiar la espacialidad por medio de la propiedad?¿Qué implica otro tipo de aventura espacial, a saber, la aventura por parajes a las que nos invita Heidegger?¿Qué otro tipo de topografías pueden mostrarse al leer las secciones *19 a *27 de Ser y Tiempo?
La compresión del conjunto espacio-temporal es para nosotros, herederos de la revolución computacional, una realidad cotidiana. Contactamos instantáneamente al otro por celulares, celulares que a su vez pagamos por medio de transacciones electrónicas de dinero plástico (con el cual también podemos acumular millas viajeros) en cajeros automáticos o vía transacciones electrónicas por Internet. Dentro del ciberespacio nos movemos no sólo comprando a través del e-commerce sino que nos contactamos por medio de populares programas tales como ICQ que conforman el software de nuestros cada vez más pequeños y más livianos computadores. Ya no nos resulta sorprendente que la final de la Copa América, que se realizó a veinte cuadras de mi casa, sea vista por millones de personas que no sólo no conocen Bogotá, sino que muy probablemente jamás la conocerán. Así como la Ford Explorer traspasa las fronteras existentes, de manera similar vemos como las fronteras estatales parecen ceder ante la presión de la globalización del planeta.[2] Como lo pone Harvey en The Postmodern Condition:
As space appears to shrink to a ‘global village’ of telecommunications and a ‘spaceship earth’ of economic and ecological interdependencies —to use just two familiar and everyday images —- and as time horizons shorten to the point where the present is all there is (the world of the schizophrenic), so we have to learn how to cope with an overwhelming sense of compression of our spatial and temporal worlds[3].
(A medida que el espacio se reduce al de una ‘ciudad global’ de telecomunicaciones y al de una ‘nave tierra’ de interdependencias económicas y ecológicas –para usar sólo dos imágenes familiares y cotidianas —y a medida que los horizontes temporales se acortan hasta el punto que el presente es lo único que hay (el mundo del esquizofrénico), entonces debemos aprender a manejar un sentido aturdidor de compresión de nuestros mundos espaciales y temporales).
Y lo interesante radica en que ya en 1927 Heidegger reconoce como él mismo no puede ver con claridad los efectos de la aparición de la radio sobre nuestra relación con la espacialidad. Para Heidegger la aparición de la radio lleva a “una des-alejación del mundo, cuyo sentido para el Dasein no podemos apreciar aún en su integridad.”[4] Si bien Heidegger al escribir Ser y Tiempo no podía visualizar la revolución que estaba forjándose, sin duda dicha compresión acelerada debe comprenderse, en parte, en el surgimiento del método cartesiano.
La crítica fundamental a la visión cartesiana de la espacialidad por parte de Heidegger nos remite a algo que en principio parece un tema un poco alejado. Dicha crítica se funda sobre la diferencia entre cualidades primarias y secundarias, separación común entre los filósofos del siglo XVII. Esto nos lo señala Heidegger en la sección *19. Allí nos invita él a retomar los pasos del análisis que realiza Descartes a un objeto cotidiano, una vela común y corriente, a partir del revolucionario método de la duda radical. Este objeto, que está hecho de cera, al usarse se transforma radicalmente. La cera se consume, se desvanece. Como lo pone Descartes: “what remains of the taste evaporates; the odor vanishes; its color changes; its shape is lost; its size increases; it becomes liquid; it grows hot”[5]. (lo que queda del sabor se evapora; el olor se desvanece; su forma se pierde; su tamaño se incrementa; se vuelve líquida; se calienta).
Debemos por lo tanto dudar de la exactitud y verificabilidad que podamos derivar de nuestras percepciones como seres corpóreos pues los sentidos nos engañan. Los sentidos no revelan la naturaleza en su verdadero trasfondo. Sin embargo, mirando más de cerca lo ocurrido podemos comprender, luego de un ejercicio de purgación sensorial, que de hecho algo sí permanece. En efecto de la cera sólo queda como permanente característica su extensión, como una cosa que ocupa un espacio físico dado. Dicho espacio ocupado, el de la res extensa, en efecto es potencialmente medible en términos matemáticos. Pero en cambio creer que el color rojo de la vela está en la vela, eso si sería, según Descartes, un error fundamental. Los colores, que son propiedades secundarias, no se dan en los objetos. El color es simplemente una variación de las cualidades primarias de las cosas. El color en sí es una modificación de propiedades físicas subyacentes.[6]
Lo que el método cartesiano nos ayuda a eliminar son precisamente estas distorsiones posibilitando así un acceso al ser de las cosas que las muestra como medibles, cuantificables y observables. Las cosas pueden ser objeto de análisis y experimentación. La razón es liberada de semejantes ataduras engañosas para abrir el camino progresivo de las ciencias naturales. Y no sólo son los objetos cosas extensas primariamente, igualmente yo en tanto ser racional debo obtener cierta distancia de mi propia corporeidad extensa y engañosa. Por ello encontramos que en Descartes la relación entre mente y cuerpo debe ser radicalmente dualista. Primero pienso, luego si existo. Surge una posición bien resumida por Charles Taylor:
Disengangement can be seen as getting free of the perspective of embodied experience, It is this perspective which is responsible for our attributing the color to the object; it is this which makes us give disproportionate importance to the senses and imagination in our account of knowledge. That the thinking acivity of the mind is really in its essential character free from these distorting media shows that the mind is essentially non-bodily. So argues Descartes in the celebrated passage about the piece of wax which closes the Second Meditation[7].
(El desarraigo puede verse como un librarse de la perspectiva de una experiencia corpórea. Es esta perspectiva la que es responsable de atribuir el color al objeto; es esto lo que nos hace darle una importancia desproporcionada a los sentidos y a la imaginación en nuestra concepción del conocimiento. Que la actividad pensante de la mente está realmente en su liberarse de estos medios distorcionantes, muestra que la mente es esencialmente no-corpórea. Así lo argumenta Descartes en el célebre pasaje del pedazo de cera que culmina la Segunda Meditación).
La perspectiva desarraigada (disengaged), es decir que se “libera” de la corporeidad, permite la certeza del cogito cartesiano que se enfrenta a la naturaleza en búsqueda de una comprensión mecanicista incluso de nuestras propias funciones vitales.[8] Un contemporánea de Descartes, pero que no comparte el dualismo del primero, lo expresa de manera concisa. Hobbes en el Capítulo V de su Leviatán, capítulo en el que se nos revelan las características fundamentales de la nueva racionalidad nos dice: “Reason is the pace; Encrease of Science the Way; and the Benefit of Man-kind the End.”[9] (La Razón es el paso; El Incremento de Ciencia el Camino; y el Beneficio de la Humanidad el Fin).
Pero nos preguntamos, ¿acaso nos pide Heidegger desconocer éstos avances científicos retornando a una inocencia no-tecnológica? Sin duda que no. Su crítica fundamental va, como la de Husserl, dirigida a la monopolización de los ámbitos de la razón por una sola, a saber, la razón instrumental que en su desarrollo debe controlar el espacio para poder emancipar la naturaleza a su posible uso. El que Heidegger no simplemente desee borrar el avance de la ciencia nos lo ha dicho ya en la “Introducción”. Recordamos como allí Heidegger nos decía: “el preguntar ontológico es ciertamente más originario que el preguntar óntico de las ciencias positivas”[10]. Y paralelamente enfatizaba como la madurez de una ciencia se da, anticipando a Kuhn, en su capacidad para sobrellevar una crisis en sus conceptos[11].
Ahora bien, el que las cosas se presenten como extensas en términos del recorrido ya realizado en nuestra lectura de Ser y Tiempo equivale a ver el ser de las cosas como meramente ‘ante los ojos’ (Vorhandenheit). Pero, recuperando las ganancias ontológicas de las secciones anteriores sabemos cómo en la cotidianeidad las cosas no se nos dan primariamente como cosas extensas sino como aquello que usamos en nuestras prácticas diarias. Y precisamente es difícil recuperar esta concepción del ser de las cosas como lo ‘a la mano’ por la primacía de aquella perspectiva que las concibe como objetos allá afuera cuya característica principal es la de su ser extensos. La deconstrucción heideggeriana parte de la siguiente realización, “con lo dicho se han evidenciado los fundamentos ontológicos de la determinación del mundo como res extensa: esa determinación se basa en la idea de substancialidad, no sólo no aclarada en su sentido de ser, sino tenida por inaclarable”[12] (mi énfasis).
Pero, nos preguntamos ¿qué, más específicamente, tiene todo lo anterior que ver con la noción de espacialidad con la que iniciamos este ensayo? Precisamente que la posición denominada disengaged (desarraigada) concibe el espacio de manera tal que pueda controlarse y dominarse a partir de la acción humana. No en vano casi de manera contemporánea a Descartes se da el desarrollo de mapas matemáticos por medio de los cuales se logra “concebir el espacio como abstracto, homogéneo y universal en sus cualidades, un marco de pensamiento y acción que era estable y conocible. La geometría euclidiana proveyó el lenguaje de discurso básico” [13] Por ello mismo encontramos en Descartes, específicamente en la Segunda Parte del Discurso del Método, las implicaciones prácticas arquitectónicas de su metodología racionalista. Haciendo alusión a uno de los saberes que se mueven dentro de la conceptualización y manejo práctico del espacio, a saber a la arquitectura, Descartes nos dice:
Se ve así que las construcciones iniciadas y acabadas por un sólo arquitecto suelen ser más bellas y mejor ordenadas, que aquellas que han intentado reparar utilizando viejos muros que habían sido construidos con otros fines. Como esas ciudades antiguas que no fueron en un comienzo más que aldeas y llegaron a ser con el paso del tiempo grandes ciudades; son de ordinario tan mal acompasadas (Nota; mal trazadas con compás), en comparación a aquellas plazas regulares que un ingeniero traza en una llanura según su fantasía …….. Se diría que han sido más la fortuna la que los ha dispuesto así y no la voluntad de algunos hombres que usan la razón[14] (mi énfasis).
No lejos de este objetivo que racionaliza el espacio encontramos el plan arquitectónico de Le Corbusier para Paris. La rigidez, repetición y funcionalidad se abren ante nuestros ojos en el siguiente modelo, al cual retornaremos más adelante:
Ahora bien, es en Heidegger en donde encontramos el comienzo de una reconceptualización de lo que hemos de considerar como espacialidad en tanto existenciario ontológico de los seres humanos. La espacialidad es de Dasein en su cotidiano andar en el mundo. Ser espacial y ser-en-el-mundo van de la mano en el ser para quien la pregunta por el sentido del ser surge; ese Dasein que en cada caso somos nosotros mismos.
Vimos ya en el anterior ensayo como lo ‘a la mano’ es principalmente en el carácter de su cercanía, la cercanía de su uso práctico cotidiano. Por ello nos decía Heidegger que hablando ontológicamente dos cosas no se tocan por más cerca que ellas se encuentren[15]. Esto es así porque sólo es de Dasein el tocar. Dasein toca pero no lo hace a través de un espacio geométrico que le es externo en la forma de unas coordenadas como la ‘x’ y la ‘y’. Dasein no cabe en un sitio como el agua en el vaso.[16] Pero si esto es así, ¿cómo hemos de concebir la espacialidad de Dasein?
Heidegger nos pide que recordemos lo dicho en cuanto a los útiles. Todo útil (Zeug) tiene un sitio (Platz). Pero este sitio no lo concebimos principalmente en términos físicos, es decir que —-utilizando el vocabulario ya ganado en nuestra lectura—– el útil no es primariamente algo “ante los ojos”. El útil lo usamos, y en su uso su entorno sale a relucir pues todo útil ocupa un lugar dentro de una red (un entramado) que no salta a la vista en lo cotidiano. Raro sería colocar la licuadora en la sala para invitados. Más raro aún hacer que los invitados nos hagan visita parados frente a la estufa o la nevera. Pero, ¿si no es el sitio físico del cual habla Heidegger –es decir, la licuadora allí a treinta centímetros de la nevera—- entonces que tipo de espacio puede ser éste?
Podemos, creo yo, comenzar a comprender esta noción de espacialidad si nos remitimos de nuevo a nuestro lenguaje cotidiano. Es así como en español muchas veces decimos a alguien querido: “tienes un sitio especial en mi corazón”. ¿Hemos acaso de concebir aquí tu posición en mi pero anatómicamente? Sin duda que no. Más bien la anterior frase cotidiana nos invita a considerar y a tratar de comprender que cada cosa esta situada a la manera de ser como útil para un Dasein que en su práctica cotidiana se mueve por los sitios ocupados por útiles a su disposición. Y en la cotidianeidad es tan así que cuando algo no está en su sitio nosotros, Dasein, tendemos al desespero. Quien no ha escuchado a algún Dasein estresado preguntar: “¿dónde está mi control remoto?¡No está en su sitio!” Y sin embargo exclamamos al que se desespera ante el movimiento inoportuno de sitios, “¡claro, como si al preguntársele por el sitio del control remoto en efecto lo pudiese señalar!”
Pero si todo útil tiene un sitio, es evidente que un conjunto de útiles no es sencillamente una sumatoria de sitios separados entre sí. Por ello nos dice Heidegger que los sitios son múltiples y un conjunto de ellos conforma lo que él denomina como Paraje (Gegend). Por ello Heidegger resume lo dicho en referencia a los útiles con las siguientes palabras:
Esta orientación zonal de la multiplicidad de lugares propios de lo a la mano constituye lo circundante, el en-torno-a-nosotros del ente que comparece inmediatamente en el mundo circundate. Lo inmediatamente dado no es jamás una multiplicidad tridimensional de lugares posible, ocuparse por cosas que están ahí”. [17]
Pero además, entre los múltiples parajes en los que en nuestro diario acontecer nos movemos encontramos, no tematizados, los siguientes posibles espacios radicalmente diferenciables entre sí: el espacio de la iglesia (o el de la mezquita, o el de la sinagoga), el espacio de mi cuarto, el espacio de este seminario, el espacio de la discoteca, el espacio de un parque con andenes amplios, el espacio del senado, el espacio de la ciclovía, el espacio del consultorio, el espacio de cada habitación en nuestras casas, el espacio del cementerio, el espacio del cuartel, el espacio del manicomio, el sin-espacio de la prisión, el espacio del burdel. Son éstos múltiples espacios dentro de los que Dasein anda de manera radicalmente diferente. Por esto mismo más allá del comienzo del análisis a partir de los útiles hay ámbitos que habitamos, como los ya enumerados anteriormente, que primariamente no son a la manera de la utilidad de lo ‘a la mano’. Sorpresivamente Heidegger nos provee con el siguiente hermoso ejemplo:
Las Iglesias y las tumbas, por ejemplo, están situadas de acuerdo con la salida y la puesta del sol, zonas de la vida y de la muerte, desde las cuales el Dasein mismo está determinado desde el punto de vista de sus más propias posibilidades-de-ser-en-el-mundo[18].
Las posibilidades de Dasein están referidas de manera crucial a su modo de habitar el espacio en que anda. Y a diferencia de los ingenieros cartesianos que podrían construir de la nada, nuestro andar siempre estando dentro de parajes nos antecede. No sólo es que la iglesia de mi barrio estaba ahí antes de que naciera yo, es que en la iglesia que todavía perdurará aun cuando ya no esté aquí, se es de una manera particular, se es dentro del espacio de lo sagrado.
Y ¿por qué nos es tan difícil comprender esta deconstrucción heideggeriana? Primero por la deconstrucción requerida de la concepción cartesiana de la espacialidad que no es tan obvia y familiar. Pero además, porque nosotros andamos metidos de lleno en estos parajes cotidianos. Nosotros no los tematizamos, no nos son notorios en nuestro diario quehacer. ¿Acaso en la discoteca nos preocupamos, a menos de que seamos arquitectos o lectores de Heidegger, por los arreglos espaciales del lugar? Si lo hiciéramos sin duda nuestra pareja desearía estar precisamente en otro sitio, con otro Dasein.
Creo yo que un camino más que nos podría ayudar a comprender esta noción de espacialidad a la cual hace referencia Heidegger la encontramos recordando aquellos lugares que habitamos alguna vez y que ya no lo hacemos más: las casas de nuestra infancia, los parques donde jugábamos, y si contamos con suerte, las fincas que recorríamos. Si recordamos estos sitios lo que precisamente no reconocemos como su carácter espacial son las medidas entre sus objetos constituyentes. Un buen ejemplo de lo que implica este tipo de espacialidad, y los peligros de concebir la espacialidad de una manera más auténtica nos la entrega Albert Camus en su hermoso Return to Tipasa :
Yet I persisted without very well knowing what I was waiting for, unless perhaps the moment to go back to Tipasa. To be sure, it is sheer madness, almost always punished to return to the sites of one’s youth, to relive a forty what one loved or keenly enjoyed at twenty . But I was forewarned of that madness … I hoped, I think, to recapture there a freedom I could not forget[19]
(Sin embargo persistía sin saber bien aquello por lo que yo estaba esperando, a menos de pronto por el momento de regresar a Tipasa. De seguro, es una verdadera locura, casi siempre castigada, el retornar a los sitios de nuestra juventud, revivir a los cuarenta lo que uno amó o disfrutó agudamente a los veinte. Me advirtieron de esta locura …. Yo esperaba, creo yo, recapturar una libertad que no podía olvidar)
Al hacer este ejercicio mental, y sobretodo al hacer el ejercicio práctico de regresar a tales lugares, podemos comprender tal vez mejor las características esenciales de la espacialidad del ser ahí. En dicho análisis encontramos dos existenciarios específicos.[20] Por un lado encontramos el des-alejar (ent-fernung) , por otro la orientación (ausrichtung). ¿Qué nos indican estos dos existenciarios? ¿Cuál es la posible relación existente entre los dos?
El des-alejar para Heidegger no se da en un sentido del eliminar distancia físicas, de devorar los kilómetros con nuestra Ford Explorer modelo 2002. Más bien nos enseña Heidegger:
Desalejar quiere decir hacer desaparecer la lejanía(Ferne), es decir,el estar lejos de algo; significa, por consiguiente, acercamiento. El Dasein es esencialmente des-alejador; por ser el ente que es, hace que el ente comparezca viniendo a la cercanía. (…) Dos puntos, y en general, dos cosas no están propiamente alejados el uno del otro”[21] (mi énfasis).
Los átomos chocan, no se des-alejan. Los átomos que chocan sobre Nagasaki, quitan a la ciudad su espacio geométrico, pero por eso mismo para nosotros Nagasaki ha sido des-alejada para siempre de manera aterradora. O para utilizar un ejemplo heideggeriano menos perturbador. Las gafas, siendo geométricamente lo más cercano, son realmente lo más lejano pues su espacialidad no salta “a la vista”. Y tampoco el andén sobre el cual camino en la nueva espacialidad de la Avenida Quince es realmente lo más cercano en términos del des-alejar. Más cercana es la linda chica o chico que cruza por el otro andén, que el andén aquí debajo mío y que piso a cada paso. En español cuando decimos que nos vamos a callejear, no es precisamente a maravillarnos con las calles que estrenan pavimento. Callejear es caminar con Daseins amigos los parajes que se muestran más allá del entrecruzarse de las calles mismas.
Al comenzar este recorrido enfatizábamos cómo en 1927 Heidegger se preguntaba por el surgimiento de la radio “cuyo sentido para el Dasein no podemos apreciar aún en su integridad”[22]. ¿No sabemos nosotros mejor que el propio Heidegger de los peligros inherentes a este des-alejar? Nuestro des-alejamiento geométrico en términos de una radical compresión espacial ha modificado nuestras vidas de manera total. Pero si bien nuestro espacio incluye ya espacios denominados “ciberespaciales”,[23] (espacios que para los limitados físicos pueden incluso reabrir el mundo) ¿acaso no simplemente hemos nosotros des-alejado lo remoto sobretodo en términos de distancia? Des-alejamos animales, des-alejamos guerras en la televisión, des-alejamos hasta los más diversos platos culinarios. En un mismo centro comercial podemos encontrar un espacio ecléctico que nos invita a degustar la más grande diversidad de platos cuyo origen se encuentra a miles de kilómetros. Podemos escoger entre platos argentinos, colombianos, árabes, gringos, chinos, mejicanos. [24] Des-alejamos, es cierto pero lo hacemos, tal vez, un poco a la manera que nosotros también desalejamos a La Pantera de Rilke:
“His tired gaze -from passing endless bars-
has turned into a vacant stare which nothing holds.
To him there seem to be a thousand bars,
and out beyond these bars exists no world.”
(Su mirada cansada —de pasar barrotes interminables—
se ha tornado en una mirada fija vacía que no contiene nada.
Para él parece haber miles de barrotes,
Y allá fuera de estos barrotes no existe mundo)
Pero dejando de lado por ahora las implicaciones de dicho des-alejar y las raíces en el movimiento inaugurado por Descartes, podemos continuar nuestra investigación topológica al mirar más de cerca el otro existenciario característico de la espacialidad humana, a saber, el orientar. La orientación —que Gaos traduce por dirección—— nos enseña que la espacialidad no sólo es un des-alejar viendo en torno, sino que este desalejar tiene un arreglo de orientación. Es del Dasein, por ejemplo, tener un izquierdo y un derecho al cual se refieren útiles como los guantes que usamos: “La orientación hacia la derecha o izquierda se funda en la esencial direccionalidad del Dasein en general, y ésta por su parte, está esencialmente codeterminada por el estar-en-el-mundo”[25].
Para Heidegger nuestro estar situados es un estar existencialmente como seres corpóreos. Ónticamente somos en la manera de ser en cuerpos. Incluso nuestra percepción —a diferencia de la perspectiva cartesiana desarraigada (disengaged)—- es la de un agente corpóreo involucrado en el mundo. Tenemos una estructura corpórea previa que de entrada nos orienta de ciertas maneras y no de otras. Al pensar por ejemplo en el arriba y en el abajo característicos de nuestro andar, no nos referimos simplemente a lo que está por encima de mi cabeza o debajo de los pies. Podría estar acostado y no por ello sería “arriba” lo que esta en dirección de mi cabeza. Tampoco es el orientarse simplemente el referirnos a unos objetos externos tales como el cielo o la tierra. Más bien, como lo pone Charles Taylor:
…. up-down directionality is the line of possible upright stance and action; that is, it is a perception of the field as a locus of our activity.
Thus although we may grasp this orientation from cues —-lay of land, ground, sky—what we preceive is not the lay of the land or the sky. We grasp a directionality of the field which is, however, essentially related to how we act and stand[26].
(La direccionalidad arriba-abajo es la línea de posible estado erguido y de posible acción; es decir, es una percepción del campo como centro de nuestra actividad …….. Por ello aunque podemos comprender esta orientación a partir de claves —- la disposición del terreno, suelo, cielo— lo que percibimos no es la disposición del terreno o el cielo. Comprendemos una direccionalidad del campo que es, sin embargo, esencialmente relacionada a cómo actuamos y nos paramos)
Y tan es así que podemos tomar el siguiente ejemplo, cotidiano para nosotros al andar en carro por Bogotá. En nuestra práctica cotidiana del conducir por las calles al orientar al que conduce para llegar a un sitio, por ejemplo a una fiesta en nuestra ciudad —-que nos han enseñado está mucho más cerca de las estrellas que otras—- decimos: “Sube por la siguiente. Y luego baja por la otra”. Tan nos es familiar dar direcciones de esta manera que no vemos cómo en muchos casos hacemos uso de la presencia de las montañas orientales para situarnos. El orientar bogotano hacia el oriente no es aplicable a ciudades norteamericanas en las que decir “go down” o “go up” es exactamente equivalente en términos de direccionalidad.
Y recuperando estos dos elementos constitutivos, el del des-alejar y el del orientar, sale a relucir que “el espacio no está en el sujeto ni el mundo está en el espacio.”[27]. Por el contrario Dasein es precisamente un ser de apertura que da espacio a lo que es. Dar espacio, nos dice Heidegger, es dar libertad a lo que se da. Es tan sólo de Dasein la posibilidad del abrir las cosas a su ser liberándolas. Y liberarlas a su espacialidad comienza por el reconocer que saberes como el de la geometría o el de la arquitectura —saberes que miden o manejan la espacialidad—– son saberes que parten del previo ser espacial de Dasein en cuanto ser-en-el-mundo. Pero repetimos, es evidente que Heidegger no rechaza el manejo del espacio realizado por estos saberes regionales. Señala él tan sólo que esta aproximación a la espacialidad, en particular la matemática, neutraliza los parajes en los que desarrollamos nuestra práctica cotidiana: “El descubrimiento circunspectivo y puramente contemplativo del espacio neutraliza las zonas circunmundanas convirtiéndolas en dimensiones puras”[28] .
¿Dónde encontramos nosotros estas neutralizaciones espaciales? Cada día lo hacemos. Lo hacemos al referirnos en nuestro andar, por ejemplo, a aquellos mapas que nos ayudan a movilizarnos de un punto a otro. Un mapa nos revela Certeau, “coloniza; elimina poco a poco las figuraciones pictóricas de la práctica que lo produjo.”[29] Las implicaciones de dicha colonización pueden ser comprendidas mejor al comparar un mapa del medioevo en donde todavía percibimos el acceso cotidiano al espacio referido a prácticas diarias:
Con el mapa de la bella ciudad de Montréal que queda reducida a un conjunto geométrico de líneas entrecruzadas liberadas del cotidiano ser espacial de Dasein en el mundo:
La creación de nuestros mapas se da históricamente y refleja el anhelo cartesiano de reducir la espacialidad a una abstracción que al ser tan sólo eso, una abstracción, se hace manejable y ordenable[30].
Pero no sólo los mapas, que nos llevan de un lado a otro, nos revelan la historicidad en la que se desenvuelven el des-alejar y el orientar que son propios de la espacialidad de Dasein. En nuestro diario existir nos movemos por entre, dormimos en, y soñamos con los parajes que son nuestras casas y nuestros edificios. Y si es cierto que el dar espacio es dar libertad a lo que es, y sólo es de Dasein el abrir las cosas a su ser liberándolas, entonces aquel saber que estudia el espacio que habitamos ha de tener una importantísima repercusión en nuestro modo de ser. La arquitectura es aquel saber que gira en torno al estudio del espacio que podemos habitar. Como lo señala nuestro famoso arquitecto Rogelio Salmona aludiendo a la historicidad propia de la espacialidad, historicidad que Heidegger revela en su crítica a la noción del espacio cartesiano:
“lo arquitectónico es la ruta que seguí para encontrar que la modernidad empieza en una nueva percepción del espacio. .. el que quiere instaurar otro sistema de figuración, de representación y de construcción del espacio, tiene que conocer su evolución, y en que momento se producen las rupturas” (mi énfasis) [31]
No en vano este debate por el espacio es uno de los temas centrales sobre los cuales gira la ruptura entre modernidad y postmodernidad. El conflicto se haya en una reconceptualización de lo que es la espacialidad de Dasein. Para los arquitectos modernos, por ejemplo de la década de los 50, el espacio debe ser concebido en términos de su función y de su aplicación social racionalizada. (No en vano dicha posición surge posterior a la Segunda Guerra Mundial) El espacio homogéneo es ordenado racionalmente para el beneficio de la humanidad. Recordemos lo dicho por Descartes sobre la ciudad de sus sueños y el plan de Le Corbusier para Paris. En cambio para los arquitectos postmodernos el espacio es concebible sólo como autónomo, diverso, e independiente. Espacios, en plural, que han de ser moldeados de acuerdo a principios estéticos que no llevan en sí un telos social como su base de realización.[32] Los sistemas de urbanización públicos de Baltimore con su aburridor carácter geométrico y repetitividad ejemplifican la postura aquí denominada moderna:
Sin duda estos edificios insípidos contrastan radicalmente con el nuevo Lloyds Building de Londres, que siendo un ejemplo de la arquitectura postmoderna, entre otras características, muestra en su fachada la tubería como ornamento del todo arquitectónico:
La postmodernidad —reconociendo de entrada la complejidad del debate en torno a este término casi indefinible—– se subleva contra este control cartesiano de la espacialidad. La espacialidad a la que nos invita el comercial de la Ford Explorer con el que comenzamos este ensayo no des-aleja, no orienta. Heidegger, ya desde Ser y Tiempo nos pide, aunque de manera muy incipiente, a reconsiderar los peligros inherentes a esta postura limitadora. Nos invita él en cambio, de manera indirecta, claro está, a considerar proyectos arquitectónicos como los de la famosa casa llamada Fallingwater de Wright en el que se respeta el entorno “dentro” del cual se construye y por ende en realidad libera el espacio gracias a la armonía que de se da entre los Daseins habitantes y su mundo circundante. Para Wright: “Organic buildings are of the strength and lightness of the spider’s spinning, buildings qualified by light, bred by native character to environment, married to the ground”[33]. (“Los edificios orgánicos son de la fortaleza y la ligereza del tejer de la araña, edificios cualificados por la luz, criados con un carácter nativo al ambiente, casados con el terreno.”) Dasein dando espacio ha de liberar su entorno casándose con sus terrenos recuperados luego de una lectura heideggeriana de la espacialidad. [34]
[1] Revista Motor, Agosto, 2001. No. 318, pg. 20-21.
[2] Claro, estas fronteras que en términos de mercados son franqueables, no cesan de existir cuando se trata del movimiento migratorio de los diversos Dasein por el mundo de los países desarrollados. La leyes de inmigración a nivel político reflejan como la globalización es sobretodo un proceso económico. Ver
[3] Harvey, David, The Postmodern Condition, pg. 240. El grafico No. 1 que aparece al final de este ensayo revela cómo gráficamente podemos señalar este proceso de compresión espacio temporal.
[4] Ser y Tiempo, *23, pg. 131. SuZ. P.105
[5] Descartes, Rene. Meditations, “Second Meditation”, Trans. Laurence J. Lafleur. , Bobbs Merril. Pgs. 81-91.
[6] Como lo pone Taylor en Philosophical Arguments “Lichtung or Lebensform” pg. 65: “Our “primary properties were really in” the objects “; secondary properties, such as color, were effects produced in the mind by concatenations of primary properties in things. Seeing things as really colored was one of those distorting effects of our peculiar constitution as a substantial union of soul and body. What comes to be called objectivity requires an escape from this.”
[7] Ibid. pg. 66
[8] Descarte, Rene. Discurso del Método, pg. 63ff.
[9] Hobbes, Thomas. Leviathan. Capitulo V, Pg. 116, Penguin Classics.
[10] Ser y Tiempo *3 pg.34; En inglés pg. 31 *3 “ontological inquiry is indeed more primordial, as over against the ontical inquiry of the positive sciences”
[11] ibid. *3. pg. 29
[12] ibid. *20, pg. 120.
[13] Harvey David. “…conceiving of space as abstract, homogenous, and universal in its qualities, a framework of thought and action which was stable and knowable. Euclidian geometry provided the basic language of discourse” Pg 254
[14] Descares, Rene. Discurso del Método, Segunda Parte pg. 25 (Editorial Norma).
[15] Ser y Tiempo, *26 pg. 135.
[16] Ver por ejemplo la última propaganda de Bell South, El Tiempo, Agosto 12, 2001. que efectivamente utiliza el mismo ejemplo de Heidegger de vasos llenos de agua. (la propaganda es muy grande para fotocopiar)
[17] Ser y Tiempo, *22, 128.
[18] Ser y tiempo, *22, pg. 129.
[19] Camus, Albert. The Myth of Sisyphus and other essays, “Return to Tipasa, pg. 196. Vintage Books, 1983.
[20] Ser y Tiempo, *23, 148.
[21] Ser y Tiempo, *23, 130. Interesente sería recuperando la anotación sobre los puntos recoger la valiosa reconsideración del punto por parte de Kandinsky en Punto y Línea sobre el plano Labor, 1988. Además Harvey ve en Kandinsky un transformación de la espacialidad en sus obras que refleja el impacto que tuvo sobre el pintor la Primera Guerra Mundial. Ver los Dibujos No. 2 y No. 3 al final de este ensayo.
[22] Ser y Tiempo *23, 131.
[23] Espacio que amerita una investigación profunda y del cual se dice que se está en todo lugar y en ninguna parte a la vez; sobretodo en términos de las implicaciones para la ley..
[24] Harvey, Davis. Pg. 300.
[25] Ser y Tiempo, *23, pg. 135.
[26] Taylor, Charles, “Trascendental Arguments”, pg 24. en Philosophical Arguments”
[27] Ser y Tiempo *24 pg. 136.
[28] Ser y tiempo *24, 137.
[29] Certeau, Michel de. The Practice of Everyday Life Capítulo IX “Spatial Stories”, pg 121.
[30] Harvey, David, pg. 249 “Maps stripped of all fantasy and religious belief, as well as any sign of the experiences involved in their production, had become abstract and strictly functional systems for the factual pondering of phenomena in space”. Ver también “To follow a Rule” de Charles Taylor, pg. 176. “A way is essentially something you go through in time. The map on the other hand, lays out everything simultaneously, and relates every point to every point without discrimination”
[31] Revista Diners, Marzo, 1998.
[32] Harvey, David. pg. 66. “Above all, postmodernists depart radically from modernist conceptions of how to regard space. Whereas the modernists see space as something to be shaped for social purposes and therefore always subservient to the construction of a special project, the postmodernists see space as something independent and autonomous, to be shaped according to the aesthetic aims and principles which have nothing necessarily to do with any overarching objective, save, perhaps, the achievement of timelessness and ‘disinterested’ beauty as an objective in itself”. Además surge la pregunta de si para nosotros el fenómeno de la espacialidad ha cobrado mayor importancia que el de la temporalidad. Ver por ejemplo David Harvey pg 201 y sobretodo la obra de Foucault que está llena de relaciones espaciales.
[33] O como lo pone Salmona, él esta interesado en “la arquitectura que involucra el cuerpo entero.” (mi énfasis) (La Revista Diners, Marzo 1998). Otros ejemplos hermosos de esta posición son la “Catedral” de Brasilia de Niemeyer y del mismo arquitecto “El Museo de Niteroi” que se eleva como una flor, como un cartucho, sobre la bahía.
[34] A continuación colocaré los diagramas citados en las notas finales de este ensayo . En su orden son la No. 1, “Contraccion del mapa temporal en los últimos siglos”, (en Harvey David pg 241); No. 2, “Pintura de Kandinsky Jugement Dernier de 1912” (en Harvey David pg 281); No. 3, “Pintura de Kandinsky Les Deux de 1924” (Harvey David, pg 282) y No. 4, Foto de Fallingwater de Wright.
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Reflections: Commentary on Aristotle’s NICOMACHEAN ETHICS; BOOK I, 7
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COMMENTARY ON ARISTOTLE’S NICOMACHEAN ETHICS: BOOK I, 7
(For the nature of the sections see the “General Introduction”, here.)
Abbreviations: Ar. = Aristotle, AQ= Aquinas, NE = Nicomachean Ethics, EE= Eudemian Ethics
NICOMACHEAN ETHICS
BOOK I
CHAPTER SEVEN
“Let us go back again to the good being sought, whatever it might be. For it appears to be one thing in one action or art, another in another: it is different in medicine and in generalship, and so on with the rest. What, then, is the good in each of these? Or is it for the sake of which everything is done? In medicine, this is health; in generalship, victory; in house building, a house; and in another, it would be something else. But in every action and choice, it is the end involved, since it is for the sake of this that all people do everything else. As a result, if there is some end of all actions, this would be the good related to action; and if there are several, then it would be these. So as the argument proceeds, it arrives at the same point. But one ought to make this clearer still.
Since the end appears to be several, and some of these we choose on account of something else –for example, wealth, an autos, and the instrumental things generally– it is clear that not all ends are complete, but what is the best appears to be something complete. As a result, if there is some one thing that is complete in itself, this would be what is being sought, and if there are several, then the most complete of these. We say that what is sought for itself is more complete than what is sought out on account of something else, and that what is never chosen on account of something else is more complete than those things chosen both for themselves and on account of this [further end]. The simply complete thing, then, is that which is always chosen for itself and never on account of something else.
Happiness above all seems to be of this character, for we always choose it on account of itself and never on account of something else. Yet honor, pleasure, intellect and every virtue we choose on their own account —for even if nothing resulted from them, we would choose each of them —- but we choose them also for the sake of happiness, because we suppose that, through them, we will be happy. But nobody chooses happiness for the sake of these things or, more generally, on account of anything else.
The same thing appears to result also on the basis of self-sufficiency, for the complete good is held to be self-sufficient. We do not mean by self-sufficient what suffices for someone by himself, living a solitary life, but what is sufficient also with respect to parents, offspring, a wife, and, in general, one´s friends and fellow citizens, since by nature a human being is political. But it is necessary to grasp a certain limit to these; for if one extends these to include the parents [of parents], and descendants, and the friends of friends, it will go in infinitely. But this must be examined further later on. As for the self-sufficient, we posit it as that which by itself makes life choiceworthy and in need of nothing, and such is what we suppose happiness to be.
Further, happiness is the most choiceworthy of all things because it is not just one among them —and it is clear that, were it included as one among many things, it would be more choiceworthy with the least addition of the good things; for the good that is added to it results in a superabundance of goods, and the greater number of goods is always more choiceworthy. So happiness appears to be something complete and self-sufficient, it being an end of our actions.
But perhaps saying that “happiness is best” is something manifestly agreed on, whereas what it is still needs to be said more distinctly. Now, perhaps this would come to pass if the work of the human being should be grasped. For just as in the case of the aulos player, sculptor and every expert, and in general with those who have a certain work and action, the relevant good and the doings of something well seem to reside in the work, so too the same might be held to be the case with a human being, if in fact there is a certain work that is a human being’s. Are there, then, certain works and actions of a carpenter but none of a human being: would he, by contrast, be naturally “without a work”? Or just as there appears to be a certain work of the eye, hand and foot, and in fact of each of these parts in general, so also might one posit a certain work of a human being apart from all of these?
So whatever, then, would this work be? For living appears to be something common even to plants, but what is peculiar to human beings is being sought. One must set aside, then, the life characterized by nutrition as well as growth. A certain life characterized by sense perception would be next, but it too appears to be common to a horse and cow and in fact to every animal. So there remains a certain active life of that which possesses reason, and what possess reason includes what is obedience to reason, on the one hand, and what possess it and thinks, on the other. But since this [life of reason in the second sense] also is spoken of in a twofold way, one must posit the life [of that which possess reason] in accord with an activity, for this seems to be its more authoritative meaning. And if the work of a human being is an activity of the soul in accord with reason, or not without reason, and we assert that the work of a given person is the same kind as that of a serious person, just as it would be in the case of a cithara player and a serious cithara player, and this would be so in a all cases simply when the superiority in accord with virtue is added to the work; for it belongs to a cithara player to play the cithara, but to a serious one to do so well. But if this is so —and we posit the work of a human being as a certain life, and this is an activity of the soul and actions accompanied by reason, the work of a serious man being to do these things well and nobly, and each thing is brought to completion well in accord with he virtue proper to it —if this is so, then the human good becomes an activity of the soul in accord with virtue, and if there are several virtues, then in accord with the best and most complete.
But, in addition, in a complete life. For one swallow does not make a spring, nor does on day. And in this way, one day or a short time does not make someone blessed and happy either.
Let the good have been sketched in this way, then, for perhaps one ought to outline it first and then fill it in later. It might seem to belong to everyone to advance and fully articulate things whose sketch is in a noble condition, and time is a good discoverer of or contributor to such things: from these have arisen the advances in the arts too, for it belongs to everyone to add what is lacking.
But we must remember the points mentioned previously as well, to the effect that one must not seek out precision in all matters alike but rather in each thing in turn as accords with the subject matter in question and insofar as is appropriate to the inquiry. For both carpenter and geometer seek out the right angle but in different ways; the former seeks it insofar as it is useful to his work; the latter seeks out what it is or what sort of a thing it is, for he is one who contemplates the truth. One ought to act in the same manner also in other cases to have nobly pointed out the “that” —such is the case in what concerns the principles— and the “that” is the first thing and a principle. Some principles are observed by means of induction, some by perception, some by a certain habituation, and other in other ways. One ought not to go in search of each in turn in the manner natural to them and to be serious about their being nobly defined. For they are of great weight in what follows from them: the beginning seem to be more than half the whole, and many of the points being sought seem to become manifest on account of it. ” (NE, 1097a15-1098b8; Aristotle´s Nicomachean Ethics, Bartlett, Robert, and Collins, Susan; University of Chicago, Chicago, 2011)
I. PRIVATE PUZZLES
1) Why does one have the feeling in this subsection that Ar. can FINALLY get into the real argument itself? Aren’t the digressions sort of the “hard work” prior to actually engaging in the much more rewarding, even joyful process itself? However, generally speaking, what is the point of an argument that is so strikingly formal in nature? For, aren’t we continuously speaking of happiness WITHOUT actually knowing what Ar. understands by it concretely? How are we to “fill in” this initial formalism; as Ar. himself acknowledges: “But perhaps saying that “happiness is best” is something manifestly agreed on, whereas what it is still needs to be said more distinctly”? Presumably when we finish READING the whole of the NE we will be much better prepared to fill it out? As a matter of fact, Ar. points out that ANYONE can fill it out? Isn’t this another example of clear Aristotelian humor? But then, wouldn’t this filling out suffer immensely if one simply SKIPPED parts of the text, as is generally the case with Books III (end) and IV on the moral virtues (seen as a simple apologetics of Greek virtues by a “duped” Aristotle)? And, generally, as well, why does Ar. once again REMIND us of methodological issues at the end of this subsection, and more perplexing still, now NOT calling them a digression? But most importantly, didn’t we already say that the end which hierarchically orders all others, IS that of THE political art? But then why does Ar. have us repeat: “But in every action and choice, it is the end involved, since it is for the sake of this that all people do everything else.”? Didn’t we already agree that it was the political art in subsection 3? But if so, why proceed in ways which, at the very least, seriously modify this initial political assumption? Isn’t this why Ar. says that this is a KIND of political inquiry? And further, how exactly are we going to square the public political art and the issue of individual human happiness? Will this question simply be relegated, rather, to the very end of BOOK VIII of the Politics, which ironically deals with a complex discussion of the ideal regime (almost in Platonic terms!)? Nonetheless, doesn’t Ar. want to KEEP quite distinct the investigation into the political and the investigation into the ethical? Isn’t his why he wrote SEPARATE books on these issues? But, if the general movement is towards a demonstration of the limits of the political life, then: why does Ar. repeat once again here, that in terms of self-sufficiency we must not forget that we are NOT speaking of a solitary human, but rather —and the list is impressive— “what is sufficient also with respect to parents, offspring, a wife, and, in general, one´s friends and fellow citizens, since by nature a human being is political” (repeating for us here the famous preliminary claim found in the Politics? However, how does one KNOW that this is so BY NATURE? Didn’t Ar., just a few subsections before, say that the legal appears to be by nomos, rather than by physis? Does he think he need not back up argumentatively this assertion? But isn´t this what philosophy is all about? And further, don’t modern early political theorists REALLY think Ar. does in fact need some such backing up? Isn’t this why they BEGIN their political analysis from a radically different starting point, namely, that of the Social Contract? Isn’t THIS the debate which characterizes the American Founding, or more generally the confrontation between Ancient and Modern liberalism/republicanism? Moreover, wouldn’t this be THE key to our misunderstanding Aristotle as moderns? But be this as it may, if Ar. is in fact putting forth a realm beyond the political, how will it come to appear as we proceed along in the argument? And if so, how can one reveal the limits of the political, while simultaneously not destabilizing it? For, isn’t the destabilization of the political THE core point of the previous Aristotelian procedural digressions? And yet, isn’t Ar. pointing towards the possibility that there may appear a tension between the life of personal fulfillment, and the life of the political, of recognition, and of the adamant concern for justice and the power of law? Isn’t this why, in the discussion of friendship in BOOKS VIII and IX, Ar. will point out that the best of true friends do not require justice? Won’t this show up clearly also in the tension between the two peaks of the NE, namely that of the Magnanimous human (megalophuchos) and that of all the virtues covered under justice as akin to the North Star? And besides, surely we know too that Plato never married, and we need only read Xenophon´s humorous Symposium to hear about Socrates´s ideas regarding “a wife and offspring”, don´t we? (not to mention the discussion of Ischomachus´s wife in the Economics!) Put another way, what finally is the human work (“ergon”) principally about: i) the fulfillment of individual happiness, the city being but a stage for THAT personal fulfillment, or ii) rather, understanding oneself fundamentally as part of a larger whole to which one owes a duty of self-sacrifice (be it the city, or perhaps even beyond, as part of the whole cosmic/divine order)? As assassinated (which is revealing in itself) President Kennedy famously put it; “Ask not, what your country can do for you. Ask what, you can do for your country.”?But, if ——as Ar. has argued—— law seems to be by nomos and not by physis, then how is one to critically see oneself as part of a regime that may turn out badly? How exactly will we differentiate between the good citizen and the good human? And to conclude, why does Ar. waiver back and forth, as we have seen, between these two possibilities? Is he allowing us to think for ourselves the implications either way?
(more…)
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